Tauromaquia: una 'cornada' con varias trayectorias

«El futuro en La Rioja todavía no está claro», comenta Chopera sobre la feria taurina de San Mateo, que tiene un impacto económico de 4,1 millones de euros, según la patronal de empresarios en 2016. «También es cierto que las cosas están evolucionando muy rápido, por lo que tenemos que esperar y analizar el desarrollo de los acontecimientos. Sabemos que es muy complicado, pero estamos preparados y con ganas de dar toros, porque el país tiene que salir adelante», añade.

Pero las restricciones no son nada halagüeñas para el sector. Lo de una persona por cada 9 metros cuadrados en una plaza de toros es «discriminatorio e ilógico», apunta resaltando dichos adjetivos. «Para los conciertos se habla de permitir un tercio e incluso un 50 por ciento del aforo. Muchos conciertos son en plazas de toros. ¿Se va a aplicar esa misma norma?», se pregunta. En el caso de La Ribera, que tiene once mil localidades, «su aforo se reduciría a 600», por lo que es «inviable la posibilidad de dar toros». E incluso con la restricción de un tercio del aforo, añade. «Hay matices que complican la situación. No es cuestión de vender tres mil entradas. Hay que respetar una distancia mínima y en Logroño hay dos mil abonados fieles cada temporada, con sus localidades fijas y que tienen unos derechos como abonados», argumenta este empresario donostiarra.

Arnedo ha sido por el momento la única localidad riojana que ha visto suspendida su feria taurina, la de San José, en la que estaba incluida la final del Bolsín Taurino de La Rioja Zapato de Plata. La presidenta de la comisión taurina de la ciudad, Mª Jesús Gil de Muro, muestra cautela, pero afirma que ve «muy complicado que se celebre la feria del Zapato de Oro por la complejidad de la situación en la que nos encontramos y por las condiciones con las que se va a comenzar la desescalada». La edil socialista, no obstante, apunta que ha mantenido contacto con el veedor para analizar la situación de las ganaderías y que por el momento «se va a esperar».

Otras ciudades de fuera de La Rioja se muestran abiertas a programar sus ferias taurinas en otras fechas sí la crisis sanitaria remite. Óscar Chopera, ante la pregunta de si existe la posibilidad de posponer la feria de San Mateo a los meses de invierno, aprovechando que la plaza es cubierta, explica que no se lo han planteado, «porque los toros y las fiestas de San Mateo están ligados». En Arnedo, Gil de Muro no rechaza que sí, en los primeros meses de verano la situación cambia, se retome la organización de la feria de San José, pero no se plantea la opción de posponer la feria de septiembre.

El COVID-19 está provocando efectos devastadores sobre el campo bravo. Miles de toros están siendo embarcados rumbo a los mataderos, pues se trata de un animal con fecha de cumplimiento. La Unión de Criadores de Toros de Lidia estima que la crisis provocará unas perdidas económicas que superan los 77 millones de euros en ganaderías de la Unión, que representa al 85% de toda la cabaña brava. En La Rioja hay aproximadamente 1.700 cabezas de bravo repartidas en seis hierros diferentes.

Según apunta el ganadero Carlos Lumbreras, los cuatro ganaderos riojanos han estimado que las pérdidas superarán el millón y medio de euros. Carlos ya ha enviado al matadero 12 erales -animales de dos años- y 30 vacas, y la próxima semana, apunta, saldrá otro camión de la finca. «Estimo reducir la ganadería en un 30%». Únicamente se ha quedado con la novillada de Arnedo y otra, por si acaso se retoma la actividad. «Además de las novilladas que ya no se van a poder lidiar &ndashla de Aldeanueva de Ebro y la de San Adrán&ndash, estamos eliminando animales viejos y desechos que íbamos a destinar a festejos populares», explica Lumbreras.

Con los envíos al matadero aproximadamente pierde 900 euros, pues apunta, que el precio de un eral ronda los 1.100 euros y en carne le dan 200 euros. En la finca de Toropasión todavía no han quitado cabezas, pero Miguel Ángel Pérez, gerente de la empresa, explica que si la temporada se queda en blanco tendrán que enviar al matadero, al menos, 200 machos, lo que supone, según sus cálculos, una pérdida del 95% del valor de cada toro. Alguno de ellos superan los 6 mil euros. «Enviando al matadero no estamos matando carne, sino una genética, una historia, una línea ganadera», se lamenta. Por eso van a esperar, porque desde la empresa confían en que «si los grandes eventos están buscando fechas para retomar la actividad, nosotros tendremos que volver también. Dentro de la nueva normalidad tenemos que dar eventos para reactivar la economía. La vida no puede seguir parada».

Con respecto a posibles ayudas, ambos ganaderos exponen que están en conversaciones con la consejería. Al parecer, «la administración ha mostrado interés», explica Lumbreras, «pero no nos vale hablar, necesitamos hechos tangibles», añade Miguel Ángel. La incertidumbre complica la situación. Habrá que confiar. Y esperar.