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En España hay distintos yacimientos arqueológicos de ciudades de raíz indígena, pero conservan estructuras de la ocupación romana y apenas quedan vestigios de su origen. Sin embargo, Contrebia Leucade, en Aguilar del Río Alhama, es única porque muestra su urbanismo de época prerromana y por la gran superficie que ocupa.
«Los muros de mampostería han desaparecido en su mayor parte, aunque se mantienen los tallados en roca. Gracias a ello se determina la presencia de hasta tres y cuatro plantas, en alguno de sus espacios, algo completamente inusual en la arqueología española prerromana», asegura el arqueólogo aguilareño, José Antonio Hernández Vera. La ciudad surge en el siglo III a. C. y tiene una actividad muy importante en la conquista romana en el II a. C. En la guerra sertoriana se destruye parcialmente su defensa (año 77 a. C.) y aparece citada en el 76 a. C. cuando Sertorio manda hacer acopio de víveres y tropas aquí.
En la primera quincena de agosto de 2024. el campo de trabajo de voluntariado juvenil del Gobierno de La Rioja, a través del IRJ, contó con 13 participantes que se ocuparon de limpiar una determinada zona, incluyendo la retirada de tierra y piedras.
La posterior campaña de excavación que se realiza cada año continúa con las labores limpieza y desbroce. Esta vez comenzó a mediados de septiembre y finaliza ahora. Intervienen tres operarios y el arqueólogo Salvador Ramírez gracias a un convenio del Gobierno de La Rioja, a través de Cultura y del Servicio Riojano de Empleo, y el Consistorio de Aguilar del Río Alhama. Dirigiendo y supervisando los trabajos, tanto del campo juvenil como de la excavación, está José Antonio Hernández Vera.
En el yacimiento de Contrebia Leucade destaca la parte norte, donde se halla la muralla frente al río Alhama y un gran número de casas y calles construidas en la roca, pero en los últimos años se quiere mostrar que existe el mismo urbanismo en el enclave superior de la montaña, donde termina la visita guiada y está el gran foso excavado en piedra.
«La vaguada de la zona sur tiene el mismo interés e idéntica secuencia de ocupación celtibérica y medieval, y urbanismo con alineación de casas y calles que vemos en la parte de abajo», explica José Antonio y añade que «con las excavaciones se trata de completar la información de la ciudad que tiene una ocupación muy densa en sus doce hectáreas. Hay una obsesión por el aprovechamiento del espacio».
Simplemente con la eliminación de vegetación, materiales recientes y el nivel de cultivo, quedan a la vista los restos de casas, calles, canales de desagüe... Incluso se ven zonas con la roca más rojiza, anaranjada, por efecto del fuego, por los incendios de la destrucción sertoriana. En algunos lugares la acumulación de tierra y piedras puede llegar a los tres metros de altura.
Después de la limpieza no se sigue, porque produndizar requiere una intervención especializada, minuciosa, al estar en niveles fértiles arqueológicos. «Queda mucho por hacer, pero ahora el visitante puede percibir lo que sabíamos, la magnitud de la ciudad. Es lo que intentamos mostrar con las últimas actuaciones», termina José Antonio.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
Martin Ruiz Egaña y Javier Bienzobas (gráficos)
Juanan Salazar | Logroño
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