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MIGUEL LORENCI
MADRID.
Martes, 18 de junio 2019, 21:13
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El binomio ciencia-empresa ha generado y generará enormes beneficios a las sociedades y a la humanidad. Pero el funcionamiento de esa necesaria unión en España es manifiestamente mejorable. Tenemos científicos brillantes, pero escasean los recursos públicos y no se facilita la labor de las empresas que apuestan por la ciencia. Así se evidenció en la primera de las tres jornadas del encuentro 'La Ciencia y el sector empresarial', que bajo el amparo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el Círculo de Empresarios y la Universidad Complutense reúne en la Residencia de Estudiantes a un notable grupo de científicos y emprendedores.
Se trata de promover un diálogo «primordial» entre 'batas y corbatas', entre investigadores y emprendedores, según señalan el director de la Fundación General del CSIC, Álvaro Jiménez, y Antonio Hernando, de la Real Academia de Ciencias, promotores del encuentro y que constatan «la falta de un entendimiento más profundo entre científicos y empresarios».
«La cultura del siglo XXI será científica y tecnológica y solo los países que lo tengan claro progresarán», aseguró Pedro Miguel Echenique, físico, humanista, académico, presidente de DIPC (Donostia International Physics Center) y primer ponente que disertó sobre la belleza de la ciencia que ligó a la cultura.
«La economía del siglo XXI y la cultura van a tener una altísima componente de ciencia y tecnología», plantea Echenique, para quien la ciencia es «la gran obra de arte colectiva de la humanidad». «Solo si las clases dirigentes lo entienden -políticas y empresariales- estaremos en una buena situación», planteó. «No vengo a decirles a los empresarios, que son muy listos, qué deben hacer, sino a escucharles y entenderles. No hay nada incompatible, y ambos mundos comparten muchas cosas, incluso conceptos de belleza», aseguró.
«La ciencia necesita menos discursos y más recursos», resume Echenique, reconociendo así que el dinero es «primordial», que con la crisis «se perdieron muchas cosas» y que con los jóvenes «se está cometiendo una injusticia social y un despilfarro económico». «Ninguna tribu se come las semillas en tiempos de crisis o hambruna y nuestras semillas son, en parte, la ciencia y la tecnología», dijo.
Javier García Cogorro, del fondo biotecnológico Columbus que invierte en empresas científicas, dibujó un panorama desalentador. «En España hay una ciencia excelente, pero algo falla, ya que ciencia y empresa no se funden para estar al nivel internacional», dijo. «España no ha sabido crear condiciones favorables para que las empresas apoyen con decisión a la ciencia. No hay ventajas fiscales en comparación con Europa y el sector público baja sus inversiones. No podemos sacar pecho; tenemos buena ciencia pero los otros países la llevan mejor al mercado», apuntó.
«Si la inversión es difícil, no se dan las bases para que la ciencia enganche con la empresa», agregó «El CSIC, el CNIO y la universidad hacen una ciencia espectacular pero carecen de los recursos para que eso sea un desarrollo científico válido», señaló.
María Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), disertó sobre el envejecimiento celular. Sabe que no todos los centros disfrutan de los mismos fondos. Le duele que con la crisis la tijera «hiciera estragos en los recursos públicos para la investigación». «Por el CNIO se han interesado muchas farmacéuticas extranjeras pero ninguna española ha llamando a nuestra puerta», destacó. «El CNIO es visible internacionalmente, la investigación que publicamos es de interés y por eso vienen empresas a ayudarnos a desarrollar las dianas que encontramos», se ufana.
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