Hace 10 años que falleció Francisco Hidalgo Mariscal y la Universidad Popular ha querido ofrecer una exposición retrospectiva de su obra hasta el 12 de ... mayo. Nacido en uno de los 'pueblos blancos' y radicado en La Rioja desde adolescente, nunca dejó secar sus raíces, que brotaban como fina ironía, poesía, artículos, obras de teatro, luz y sal en su pintura. Si Albert Camus siempre encomió la importancia que tuvo su maestro de primaria en su dedicación a la literatura, Paco Hidalgo hizo lo propio con el suyo en cuanto a atribuirle su afición a la pintura. Y él también alentó a alguna alumna.
Hidalgo tuvo algún maestro a salto de mata, relación con algunos colegas, gran capacidad de asimilación y la consiguiente trayectoria de ensayo/error. Eso y su mero sentir estético le convirtieron en un pintor impresionista. Yo solía embromarle diciéndole que si el impresionismo no lo hubiera inventado Monet, lo hubiera hecho él, y que a mí me hubiera correspondido el papel de Louis Leroy, pero sin utilizar la palabra 'impresión' en sentido peyorativo. Para él, el 'inacabado' de las obras era el perfecto remate. No las pretendía idénticas a la realidad, sino que quedasen como abocetadas, para que el espectador las acabase visualmente.
El fracaso en un negocio sin relación con el arte le indujo a abrir una academia de pintura. Pese a la incertidumbre inicial, le supuso una honda satisfacción comprobar que se vio muy concurrida tempranamente y que iba a poder dedicarse a su pasión de siempre. No impuso una rígida ortodoxia, sabedor de que muchas veces eso lleva al principiante a abandonar. Desde el principio ponía en sus manos pincel y color, y con su ayuda enseguida acababa el primer cuadro. Eso le procuró una enorme popularidad, a la que contribuyó su llaneza, el ser cultor de la amistad, el organizar salidas al campo para pintar del natural, y cenas con el alumnado, que si derivaban en juerga flamenca demostraba que no se le había ido el compás sureño de las palmas y los pitos.
Enseñaba e iba haciendo su obra personal. Pintura lujuriante que, a primera vista, despertaba la 'joie de vivre'. Pinceladas potentes, espontáneas, gruesas; pintura densa; colores vivos. De compleja sencillez. No aplicó su experiencia en hacer pintura fotográfica, sino en sintetizar y añadir a los temas naturales elementos que su intuición le dictaba, que 'mejoraban' o reinterpretaban la naturaleza.
Hoy es el día que cuando escucho unas alegrías, unos tanguillos de Cádiz, contemplo un bello paisaje natural 'inacabado' o algunos de sus cuadros, no puedo menos que pensar en la inmortalidad del hombre. En la de Paco Hidalgo, que tan honda impronta dejó en nuestra memoria del alma.
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