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UN BARBIERE DI QUALITÁ

EDUARDO AÍSA - CRÍTICA DE ÓPERA

Martes, 31 de octubre 2017, 23:58

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Me encantaron los comentarios de Jonás Sainz publicados el jueves pasado en este diario que anunciaban la representación de 'El barbero de Sevilla' de esa misma tarde, usando alguna cita del famoso divulgador Ramón Gener, para dejar bien claro que estamos sin duda ante la mejor obra cómica de la historia de la ópera: un auténtico festín de diversión, de maravillosa música y de excelente teatro. El Rossini más genial, más innovador y más redondo está en su obra cómica y, por encima de todas las demás, en 'El barbero de Sevilla'. Todavía recuerdo con horror un barbero aburridísimo y cutre que visitó el Bretón en los sufridos años noventa, del que me ausenté en el entreacto... y mira que es difícil aburrirse con esta ópera. Afortunadamente no tiene nada que ver con lo que Ópera 2001 nos ofreció esta vez: una representación brillante y luminosa muy bien servida vocal y escénicamente, un barbiere di qualità (tomando las palabras de Fígaro en su célebre cavatina).

El barítono Giulio Boschetti tiene una imponente voz dramática que se adaptaba mal a la tesitura y agilidades que demanda Fígaro. Le hemos visto triunfar en años anteriores con grandes papeles verdianos que le van como anillo al dedo, pero esta vez se le veía apurado e incómodo en los abundantes pasajes lírico-ligeros, como si participara con un camión en un Premio de Fórmula 1. Claro que sus fenomenales prestaciones teatrales compensaban mucho por el otro lado y el público se lo agradeció con sus aclamaciones finales. Todo lo contrario fue el Conde de Almaviva que nos ofreció el joven tenor Jorge Franco, con pocas tablas pero con una bella y apropiada voz de tenor ligero: superó todas las innumerables dificultades que escribió Rossini (que bien parece que odiaba a los tenores por las muchas trampas que les dedicaba) y fue creciendo en expresividad a lo largo de la representación. También recibió merecidas salvas de aplausos.

Disfruté mucho con la Rosina de la soprano italiana Francesca Bruni: un compendio de buen hacer teatral y excelente línea de canto, digna de los mejores escenarios. Cada aparición en Logroño de esta formidable soprano se ha saldado con un éxito impresionante. Bonita voz sobrada de matices, de agilidad, de agudos y de calidad de canto, junto con una estupenda presencia en escena plena de recursos teatrales, o sea, completa. A gran nivel también el Don Bartolo de Stefano de Peppo, divertido y muy bien cantado: otro triunfador de la noche. Magnífico el bajo Ivaylo Dzhurov como Don Basilio, que cantó su gran aria de la calumnia maravillosamente. Muy bien cubiertos los restantes papeles de Fiorello y Berta a cargo de los expertos Nikolay Bachev y Roberta Matelli, bien conocidos de temporadas anteriores.

Muy bien el director Martin Mázik al frente de la orquesta, con una cuerda más inexperta de lo que nos tienen acostumbrados, y de un coro pequeño pero 'matón' con unas buenas prestaciones vocales. La presentación escenográfica y la acción en escena estuvieron a buen nivel. En resumen: una excelente función de ópera, con la mejor relación calidad/precio del mundo mundial. A esperar con ansia el próximo Trovador verdiano anunciado para primavera. ¡Un buen miura!

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