«Quién sea el autor o si es hombre o mujer no importa tanto como la obra»

– ¿Hay alguna evolución en esta última novela o se trata de seguir explotando una saga de éxito?

– Intentamos mejorar en cada novela. Esta es la quinta que escribimos juntos y el sistema se va perfeccionado. Teníamos miedo de no escribir con la libertad de antes, pero creo que lo hemos logrado.

– Es la primera novela que escriben después de conocerse su verdadera identidad. ¿Qué ha cambiado?

– Hemos querido que siguiese sin darnos corte poner escenas extremas. No queríamos que sufriera el bajón que tienen otras sagas y creemos que la novela está más cuidada en la forma. De momento la reacción de la gente está siendo muy buena.

– Quien sí va evolucionando es el personaje protagonista, ¿no?

– Elena Blanco nació en 'La novia gitana' en un momento muy complicado de su vida: había perdido a su hijo y era casi alcohólica. Ahora ya no bebe y quiere formar una familia, formalizar su relación con Zárate... Pero nuestro deber como novelistas es que no lo tenga fácil, porque entonces se acabaría el interés. Y también hay evolución en Carmen Mola, que creemos que cada vez escribe mejor.

– ¿Cuál es la receta del thriller?

– Si la supiera los escribiría yo solo. La receta de éxito, suponiendo que el éxito sea vender muchos libros, depende de muchos factores. Nosotros tenemos dos mandamientos a los que intentamos no faltar nunca: el primero es no aburrirás y el segundo, sorprenderás. De ahí que busquemos esos inicios tan fuertes. En la novela negra española hay otros autores fantásticos y no creo que nosotros lo hagamos ni mejor ni peor que otros; simplemente hemos tenido esa fortuna.

– Hay quien ve en el thriller un buen género para hacer un retrato social. Si es así, ¿qué sociedad retrata Carmen Mola?

– Yo creo que sí es así. En nuestras novelas anteriores hemos hablado del mundo gitano en Madrid, del internet oculto e incluso del mal. En esta nos metemos en la gestación subrogada y en esas granjas de vientres de alquiler que hay en otros países. Sí creemos en utilizar la novela negra para denunciar algunas cosas. Se nos acusa de ser violentos, pero lo que nosotros hemos querido siempre es explorar la maldad, preguntarnos qué lleva a la gente a cometer esos delitos. La violencia viene implícita. Yo creo que ese es el tema principal de nuestras novelas, la maldad.

– De no haber sido por el Planeta, ¿habrían desvelado su verdadera identidad?

– Nosotros entonces teníamos la sensación de que estaban a punto de pillarnos. Sonaban nuestros nombres, aunque no nos relacionaran. Y pensábamos que era mejor escoger nosotros mismos el momento y la forma. A final yo creo que ni estaban a punto de pillarnos ni tampoco le interesaba mucho a nadie.

– Causó cierto malestar que tres hombres se escondiesen tras un seudónimo de mujer, cuando históricamente ha sido la mujer la que ha tenido que firmar como hombre para no ser rechaza. ¿Lo entiende?

– Hay que entenderlo, aunque en ese momento nos pareció un poco virulento. Para nosotros el seudónimo era un disfraz. No nos importaba que la novela fuese obra de hombre o de mujer: lo que queríamos decir es que quién sea el autor o si es hombre o mujer no importa tanto como la obra. Y que hay otras formas de crear, como la autoría colectiva frente a esa imagen del autor en su torre de marfil.

– ¿Cómo es el proceso creativo entre tres personas?

–Aplicamos el sistema de trabajo de los guionistas de televisión: se empieza por plantear la temporada completa y los capítulos; se decide qué va a pasar en cada capítulo, las tramas, los personajes... Todo esto se hace en conjunto. Después nos repartimos los capítulos que tiene que escribir cada uno y luego los ponemos en común. Nos corregimos unos a otros y así se va igualando el estilo, el estilo Carmen Mola. Nos llevamos bien, somos amigos, hemos trabajado juntos mucho tiempo y sabemos cómo decirle al otro 'esto es muy malo' sin que se ofenda. Son novelas muy reescritas hasta la versión final.

– Eso implica trabajar con humildad, que no es algo muy propio del ego de escritor.

– Humildad y respeto. Todos hemos ido a muchos cursos; cursos de guión, de narrativa, con profesores americanos... Pero de quien más hemos aprendido es de nuestros compañeros. Discutimos entre nosotros, por supuesto. Pero no estamos interesados en llevar razón sino en que la novela salga bien. Y discutimos menos ahora que al principio.

– ¿Hay algo de esquizofrenia en funcionar así, como un tercio de Carmen Mola?

– Carmen Mola nos ha fagocitado; cada vez nos demanda más tiempo. Ha pasado a ser la mujer más importante de nuestras vidas a nivel profesional. Los tres queremos seguir con nuestras carreras autónomas pero encontramos cada vez menos tiempo.

– ¿Cómo llevan esta extraña forma de éxito?

– Bien. Carmen Mola es famosa, pero nosotros no y vivimos bastante tranquilos afortunadamente. ¿Y él éxito? Hombre, vendemos muchos libros, pero nuestra vida no ha cambiado básicamente.

– ¿Seguirán adelante Carmen Mola y Elena Blanco?

– Nosotros hacemos esto para pasárnoslo bien y seguiremos mientras sea así. Y el final de esta novela lo deja bastante claro.