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CARLOS SANTAMARÍA ANECDOTARIO
Jueves, 8 de noviembre 2018, 23:57
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Los Simpson' a mediodía es una de esas raras constantes de mi vida, como las bolsitas de ketchup que sobreviven en un rincón del frigorífico o la vieja camiseta de Nirvana que compré de crío en un mercadillo. 'Los Simpson' a la hora de comer, con capítulos nuevos o repetidos, me acompañan desde hace tanto tiempo que me asusta hacer la cuenta; a veces hay que tener rutinas así, faros absurdos y cotidianos que marcan el territorio conocido y que te dicen que todo está en orden, que va todo bien. Ahora una ola de protestas quiere retirar al personaje de Apu por mostrar un estereotipo negativo de las personas del sudeste asiático. Es la penúltima obsesión de esta avalancha de corrección, un monstruo histérico que acaba contaminando todo lo que señalan sus dedos acomplejados. Decir que 'Los Simpson' explotan un estereotipo u otro es una estupidez, porque la serie va de eso precisamente, de hacer humor sobre el padre de familia gordo, blanco e inútil, el policía patoso, el alcalde corrupto, el homosexual reprimido, el latino estafador o el escocés inculto y pendenciero. Todos los personajes de los Simpson son una caricatura, y Apu también. Desde Aristófanes a Woody Allen la comedia explota los tópicos porque en ellos siempre hay un sustrato de verdad, y en ese espejo brotan las carcajadas si al otro lado, claro, hay algo de inteligencia.
Mel Brooks dijo hace ya algún tiempo que una de las principales amenazas de las democracias es la cultura de lo políticamente correcto, un aviso que recientemente subrayó un miembro de los Monty Python en una entrevista memorable al diario El País. «Ofender a la gente es muy importante», decía Terry Gilliam. Hoy no podrían estrenarse sin polémica las películas de aquellos locos ingleses, ni tantas otras creaciones geniales que han hecho desternillarse al mundo entero como 'El Guateque', una de las mejores comedias de Peter Sellers en la que encarnaba a un hindú cargado de tal colección de tópicos que dejan al bueno de Apu en un mero aficionado.
El humor es una cosa muy seria, y sin tópicos ni estereotipos no es posible ejercerlo de ninguna manera. En el fondo los acomplejados están haciendo un gran trabajo; a diario perfilan ellos mismos su propia caricatura.
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