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Bernardo Bertolucci, en una imagen de archivo de 1994. :: efe
Adiós al maestro Bertolucci

Adiós al maestro Bertolucci

Muere a los 77 años el director italiano, que en su obra fundió reflexión y espectáculo

OSKAR BELATEGUI

Lunes, 3 de diciembre 2018, 23:37

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«Sigo tratando de reinventar el cine con cada película que hago. Y no estoy solo», declaraba Bernardo Bertolucci en 2003, cuando presentó en el Festival de San Sebastián 'Soñadores', una película en la que, de nuevo, reivindicaba la vigencia de la utopía. Antiguo discípulo de Pasolini, autor de crónicas del desencanto adolescente, de historias freudianas de perfiles operísticos y de suntuosos frescos históricos, Bertolucci fue un lobo solitario que se defendió con uñas y dientes del orden cinematográfico mundial impuesto por Hollywood. El último maestro del cine italiano falleció ayer a los 77 años en su casa del Trastevere romano.

El personaje Bertolucci, resumía el diario 'La Repubblica', fue «poeta, documentalista, director, productor, polemista, autor por excelencia del cine italiano, estrella del cine internacional». Su coherente trayectoria representa el paso del intelectual comunista y visceral de los 60 al nuevo pensador conformista, estratégico y multimedia del siglo XXI. En los albores de su carrera profetizó: «Sé que voy a hacer un cine no religioso, laico, burgués y de conciencia desdichada». Acabó ganando nueve Oscar con 'El último emperador'.

Pequeño burgués nacido en 1941 en Parma y criado a la sombra de un padre poeta y crítico de cine, Bertolucci tuvo como nexo en común de su filmografía el interés por la política y la historia. El entramado político sentimental que constituyó el telón de fondo de su primera etapa -'Antes de la revolución', 'La estrategia de la araña', 'El conformista'- dio paso a algo así como el cine de arte y ensayo para amplias minorías. 'El último tango en París' (1972) encerraba en un piso a dos amantes que se dejaban la identidad en la puerta. Un viudo desesperado y una veinteañera hipnotizada se entregaban sin condiciones en una obra maestra sobre el vacío y la desolación, que la censura española convirtió en hito de la memoria colectiva del tardofranquismo: sus secuencias de sexo (entonces se decían que eran reales) obligaban a ir en procesión morbosa a San Juan de Luz y Perpiñán. El filme estuvo prohibido en Italia durante 14 años y su autor condenado por obscenidad. No entró a prisión, pero no pudo ejercer su derecho al voto durante cinco años.

'Novecento' (1976) demostró la ambición desmedida del director, que empleó 18 millones de dólares en trazar un fresco épico, social e histórico de la historia de Italia en el siglo XX a lo largo de casi seis horas. Los críticos más pazguatos se quedaron solo con la lucha de clases, representada por la historia de amistad entre un terrateniente y un campesino nacidos el misma día (Robert de Niro y Gérard Depardieu). Un melodrama trufado de escenas memorables construido sobre la oposición de dos mundos, el campesino y el burgués, y que fundía la forma operística propia de Verdi (el filme se dividía en dos actos) y el teatro didáctico.

En silla de ruedas

A principios de los 80, Bertolucci encontró irrespirable el aire de Italia, asqueado del hedor a corrupción. Y partió hacia países en los que, según confesión propia, «todavía no hubiese llegado el consumismo»: China, Magreb, Nepal, Bután... 'El último emperador' (1987) contaba la historia de una metamorfosis, la de Pu Yi, «de emperador a ciudadano, de oruga a mariposa, de dragón a jardinero». El productor Jeremy Thomas convenció a las autoridades chinas para que se les permitiera filmar en la Ciudad Prohibida por primera vez.

Bertolucci inaugura los 90 con otra obra maestra, 'El cielo protector', una modélica adaptación del novelón de Paul Bowles sobre una pareja de occidentales (John Malkovich y Debra Winger) que asiste a la descomposición de su amor en la intemperie física y mental del desierto marroquí. Tras el fiasco de 'Pequeño Buda', decorativa incursión en la cultura budista con una mirada más turística que intelectual, el director incursionó en territorios más seguros con 'Belleza robada' (1996) y 'Asediada' (1998), hasta regresar a lo grande con 'Soñadores' (2003), una virtuosa y sutil pieza de cámara. Mas allá del homenaje a la Cinemateca francesa en la que Bertolucci vivía con 18 años, 'Soñadores' constituía un sentido homenaje al cine a través de secuencias de clásicos intercalados en el metraje y recuperaba el hálito turbio y desolador de 'El último tango en París'.

Bertolucci se ha ido sin poder llevar a cabo su anunciada secuela de 'Novecento', que llegaría hasta la Italia de 1945, «En mi generación fuimos nietos de Marx y Freud, los pensamientos que más me han influido en mi trabajo», reflexionaba el realizador. Los problemas de salud que le confinaron en los últimos años a una silla de ruedas no le impidieron cerrar su filmografía con 'Yo y tú' (2012). El filme volvía a mostrar a adolescentes mediatizados por una sociedad que no les entiende. Un chaval se esconde en el trastero de su casa durante una semana mientras sus padres creen que se ha ido a una excursión. Allí lo encuentra su hermanastra enganchada a las drogas, que se instala con él para enfrentarse a un mundo del que tratan de escapar a pesar de no haberlo vivido todavía.

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