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La valenciana Beatriz Esteban, de 19 años, debuta en la novela con 'Seré frágil'. :: óscar del pozo
Una vida en calorías y gramos

Una vida en calorías y gramos

La escritora, que también ha padecido un trastorno de conducta alimentaria, denuncia que la sociedad «aparque» las enfermedades mentales

DANIEL ROLDÁN

Lunes, 20 de febrero 2017, 01:10

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Beatriz Esteban habla muy rápido, intentando explicar a su interlocutor todo lo que le bulle por la cabeza, como si cada minuto de conversación fuera ese minuto de oro que buscan las televisiones con sus audiencias. Una rapidez que va unida a una pasión desbordada por un libro que no deja de observar con orgullo. Porque esta valenciana de 19 años, estudiante de Psicología, debuta en la novela con 'Seré frágil' (Planeta) y tocando un tema nada fácil y, en demasiadas ocasiones, aparcado por vergüenza: la anorexia.

La misma enfermedad que ella padeció hace cinco años y que ya ha superado, aunque no le gusta poner fechas a un trastorno de conducta alimentario que afecta a unas 400.000 personas en España -sobre todo mujeres- y que suele aparecer entre los 12 y los 25 años, según la Federación Española de Asociaciones de Ayuda y Lucha contra la Anorexia y la Bulimia.

«Es muy complicado decir el momento en que comienza una enfermedad mental y el momento en que acaba. La gente no entiende que estar recuperada no significa estar siempre bien porque eres humano y vas a tener tus momentos malos, vas a tener tus días malos de no quererte, de odiarte. Lo importante es darte cuenta de que tienes estos pensamientos sobre la comida, pero saber que no son reales. Saber distinguir la voz de la enfermedad y tu voz. Yo creo que puedes superarlo», afirma Esteban a toda velocidad.

La joven no ha querido contar en su libro su caso particular, narrar en primera persona los problemas con los que tuvo que lidiar y su particular calvario. «Todo nació de la impotencia. Me di cuenta de que la gente de mi alrededor no tenía claro qué eran los trastornos alimentarios. Tenían la imagen de lo que le habían enseñado en el colegio y es una imagen muy pequeña de la realidad. Solo conocen lo más duro, lo extremo. Pero no se habla del día a día o de las personas. Sentí que era mi deber. Era una manera de ponerle punto y final a lo que había pasado y por otra parte, dar a entender lo que era», explica la autora, que desde los diez años ha escrito y soltó «todo lo que tenía» en esta novela. Aunque nunca había pensado que una editorial iba a publicar la historia de Sara, una chica que decide organizar la fiesta a su mejor amiga, Clara. A la cita también invita a Sofía, una nueva alumna frágil y callada que no tiene muchos amigos en el instituto.

La trama

Sofía desaparece y es hallada muerta por culpa de una insuficiencia cardiaca provocada por la anorexia nerviosa que padecía. A partir de ese momento, Sara comienza a investigar qué le había pasado a su compañera y descubre que su vida se regía por los gramos, kilos y calorías que ingería. «Es mucho más llamativo para los jóvenes. Un libro de autoayuda está enfocado a un público mayor», explica la joven novelista. «En ningún momento quise hacerlo y tampoco creía que tenía el poder de decir 'tienes que hacer esto' porque no tengo los conocimientos. Es una mezcla de lo que yo he vivido y lo que he visto. La novela era la mejor manera de expresarlo y la mejor manera de que otras personas lo puedan digerir», comenta la autora, que pide a todas las jóvenes que sufren de este tipo de enfermedades que no se encierren, que lo cuenten.

«Lo más importante es darse cuenta de que se tiene un problema y querer cambiarlo. Una persona que no quiere cambiar no se va a curar. Y cuando quiere, que pidan ayuda. En solitario se puede salir, pero es muy difícil. Es necesaria la ayuda profesional y de más gente. Es importante porque no hay que avergonzarse y no es de débiles pedir ayuda», explica Esteban, que reivindica el derecho a estar mal y a decirlo. «La sociedad tiene aparcadas las enfermedades mentales. El cerebro puede enfermar como el hígado, el pulmón o cualquier otro órgano. La gente no lo entiende, pero ahora hay muchos estigmas que se están rompiendo. Lo empiezo a ver. Si no te da vergüenza decir que te has hecho un esguince, no te tiene que dar vergüenza decir 'he tenido un ataque de ansiedad'», reflexiona la joven novelista.

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