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DENTRO DEL LABERINTO
CRÍTICA DE CINE

DENTRO DEL LABERINTO

ANTON MERIKAETXEBARRIA

Domingo, 11 de diciembre 2016, 23:44

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A detectives privados cinematográficos tan célebres como Philip Marlowe, Sam Spade o Lew Harper, se une ahora este solitario Aloys Adorn, metido hasta el tuétano en una cerebral mixtura de drama psicológico y fantasía policíaca, firmada por el debutante director suizo Tobias Nölle. La intriga se centra en las investigaciones, cámara de vídeo en mano, del citado personaje, encarnado de forma sutil por el actor austríaco Georg Friedrich. Un tipo de difícil catalogación, perdido en el laberinto de sus propias pesquisas, con lo cual el realizador da prioridad al paisaje mental antes que al puramente físico.

Todo está en la mente, nos dice Tobias Nölle, en el sentido de que quien no desea pensar es un sectario, quien no es capaz de discurrir es un imbécil y quien no se atreve a razonar es un cobarde. Por otra parte, el enfrentamiento entre lo viejo y lo nuevo, tanto desde el punto de vista técnico, como ético, moral, tiene su intríngulis, en un filme que, desde luego, no es plato para todos los públicos, pero que atesora personajes misteriosos, situaciones fuera de lo común e incómodas reflexiones, donde los seres aislados y el imperio de lo digital, en el que todo quisqui chapotea, también cuentan.

Hoy día muchos observadores se obstinan en afirmar que el mundo es muy grande, que va muy rápido e incluso que si una mariposa bate sus alas en Pekín puede provocar un tsunami. Asimismo, se nos dice que debemos cambiar los sistemas educativos en nuestras sociedades globalizadas. Porque ahora todos somos consumidores, a través de lo cual se afirma y se expande el poder de los mercados, ya que el consumo propone placer, confort, conveniencia y reducción del esfuerzo, convirtiéndose en una trampa difícil de resistir. Algo de todo ello le sucede al misántropo Aloys Adorn que, al fin, consciente de que no ha conseguido hacer más sensatos a los seres humanos, prefiere merodear lejos de ellos.

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