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NOS EQUIVOCAMOS MUCHAS VECES

Diego se ha hecho en su carrera de luchador con toros de ganaderías denominadas duras, que son las que de verdad dan categoría

JUAN CRUZ GASTÓN

Domingo, 15 de noviembre 2015, 00:16

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El que diga que no, se equivoca. Muchas veces nos equivocamos los humanos: el hombre, dice el refranero sabio, tropieza en la misma piedra más de una vez. En el tema taurino hay mucho sabio, incluso adivinos, no de esos o esas que echan las cartas y te 'adivinan' el 'porvenir', que será mejor o peor en razón al previo pago. Me comentaba el pasado miércoles mi amigo Pepe, con ilusión, el fichaje de Diego Urdiales con una empresa, taurina entre otros muchos negocios que cuentan, radicada en el lindo México, con jota, una especie de multinacional taurina con muchas plazas en gran parte del mundo del toro y del toreo, con numerosos apoderamientos de toreros. Una empresa muy fuerte en lo económico, según dicen, sobre todo los que saben de qué va esto del toreo y del toro. Mi amigo se refería a que un torero cuando está bajo el, llamado manto protector de una casa fuerte, taurinamente hablando, tiene muchos posibilidades de alcanzar la meta dorada de las grandes figuras del toreo, ocasiones seguro que no le faltan. Yo le deseo mucha suerte.

Uno que tiene el pelo ensabanado, por razones de herencia y de edad, ha conocido bastante casos de apoderamiento de figuras o futuribles, que unos han llegado y otros se han quedado en el camino. Cuando uno de los grandes se retiraba, las empresas pedían que volviera. Entonces, por lo general, los asesores del torero les firmaban una exclusiva: tantas corridas, tanto dinero. Don Antonio Ordóñez, reapareció, firmó una exclusiva de cuarenta corridas, y dicen que con aquel dinero de la exclusiva se compró una finca en Carmona que puso por nombre 'Las Cuarenta'. Tiempos aquellos que a los perros los ataban con longanizas, ahora con sogas viejas. Quizás exagere en lo de las longanizas y las sogas, pero la verdad es que los tiempos actuales en poco se perecen a los de los años setenta y ochenta, incluso los noventa. El que vale de verdad termina saliendo a flote. Diego cuenta con muchos seguidores del toreo clásico, es sobradamente conocido en el mundo del toro. Saber administrarse en estos casos es crucial para los toreros y no me refiero al dinero, sí al esfuerzo que deberá hacer el paisano.

Pocas dudas caben con los toreros que llegan arriba por méritos propios, que no por los apellidos, que los hay, cuando tienen apoderados potentes los colocan en carteles de máxima categoría, de toreros, y por lo general con toros que gustan poco a los aficionados exigentes. Diego se ha hecho en su carrera de luchador con toros de ganaderías denominadas duras, que son, en definitiva, las que de verdad dan categoría. Los figurones del toreo gustan del medio toro, o del toro descastado y con pocas fuerzas. Cuando uno de esos bureles embisten por derecho y se mantiene sin besar la arena, lo bordan, y a vivir unos cuantos días hasta que salga otro parecido. Diego necesita el toro con brío, encastado para dar su dimensión. Mucha suerte en su nuevo camino.

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