«En Nájera siento la caricia de la infancia, el poder ser libre y vivir el presente»
La artista logroñesa dirige la Crónica Najerense en su 55 edición, «un reto, una responsabilidad y un honor» para ella
Mabel del Pozo dirige la Crónica Najerense desde 2019, algo que no puede esconder que le apasiona y emociona, y donde cada año sorprende con ... algo nuevo que llena de frescura esta representación histórica para Nájera.
– ¿Qué supone dirigir la Crónica en esta 55 edición?
– Es un reto absoluto, cada año, aunque lleves unos cuantos dirigiéndola parece que siempre es como cogerlo por primera vez. Como decía Rafa Sánchez [presidente de la Asociación Amigos de las Crónicas Najerenses], «la Crónica siempre es igual pero siempre es diferente». Que sea la 55 también genera la responsabilidad de un evento histórico, cultural y emocional para Nájera. Es una gran responsabilidad, a la vez que un honor que me permitan guiarles. Me emociono porque me siento profundamente afortunada y agradecida.
«Estoy unida a Nájera desde el día que la pisé para presentar el proyecto de la Crónica»
«Es como ir a ver una catedral viva, de seres humanos. Es un monumento teatro-histórico»
– Desde un primer momento confesó sentirse najerina.
– Llevaba muchos años sin pisar La Rioja, excepto para ver a mi familia en Navidad; igual veinte. De repente, llego a Nájera, me eligen y la ciudad me abre los brazos y me hace sentir absolutamente en casa. Yo creo que uno es de donde se siente amado y de donde puede amar. Yo en Nájera me siento tan querida, y la quiero tanto a ella y a todos los najerinos y najerinas, que no puedo decir otra cosa: yo me siento najerina.
– Se ve el cariño no solo de la gente que participa en el espectáculo sino de todos los vecinos.
– [Se emociona] Voy andando por la calle y sé que para hacer un recorrido de cinco minutos, o hago un rodeo, o tengo que contar con una hora. No hay quien no me pare, que no me dé ánimos, un abrazo... Me está recordando a la escena de 'La Bella y la Bestia' que Bella va caminando y leyendo por el pueblo y todos la saludan [ríe]. No es solo con la Crónica, sino con toda la ciudad. Me siento acogida. Estoy unida a Nájera desde el día que la pisé para presentar el proyecto. De pequeña me bañaba en el Najerilla; el primer flotador que recuerdo me lo compró mi padre (que era pelotari y venía a jugar) en la ferretería de la calle Mayor. Un flotador de Superman. Y el día que llegué a presentar el proyecto lo primero que recordé fue el olor de aquel flotador. Aquí siento esa caricia de la infancia, la posibilidad que me da Nájera de poder ser libre y de estar viviendo en el presente de verdad. Tiene todo lo que tiene que tener un lugar para que te explote el corazón.
– Hace poco representó en Nájera 'Sfogato'. ¿Cómo fue pasar de dirigir a actuar en la ciudad?
– Es una diferencia enorme, estaba muerta de miedo. Había estado en el Teatro Infanta Isabel y en el Alcázar, en Madrid, pero venir aquí fue otra cosa. Para mí era como estrenar en casa. Al llegar aquí tenía temor y expectativa, que es todo lo que me dice mi maestro que no debo tener. Después, hice unas respiraciones y ya vino Andrés, de AGT, que es ya familia, y se me pasó. Fue una función absolutamente extraordinaria. Estaba la gente a la que más quiero y que más me quiere, incluida mi familia.
– ¿Por qué no podemos perdernos la Crónica este año?
– Este año y todos. Porque es un evento cultural, histórico, patrimonial y emocional que surge de la necesidad de un pueblo por contar su historia, y que lo hace con toda la ilusión, la entrega y el amor por su tierra y por su historia. Es como ir a ver una catedral viva, de seres humanos. Es un monumento teatro-histórico. Que la historia de una ciudad sea contada por sus habitantes, y que uno pueda ver la escenografía, el atrezzo, las luces, el sonido, el vestuario, la capacidad artística, el orden escénico... Es un privilegio como espectador.
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