Escrache tras los pasodobles

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Comenzaban hace justo un siglo los conciertos de verano en el paseo de Nájera, con gran éxito según informa la crónica, ya que el lugar se encontraba «concurridísimo». Sin embargo, supo a poco, ya que los jóvenes asistentes despidieron con abucheos a los músicos al no admitir bises tras el último pasodoble. La protesta prendió en las calles najerinas y desembocó en casa del alcalde, don Federico, en lo que calificaríamos como escrache. No quedó ahí la cosa, ya que el regidor también mandó cerrar el café público a las once de la noche, por lo que unos doscientos «trasnochadores» se sumaron a los descontentos. Pasado el jaleo, las autoridades prometían «castigar con mano dura a los escandalizadores».