Mayores sobre ruedas

Ana María, José Ramón y Pilar ya pueden ir cómodamente a la ermita de la Virgen de Villavieja o al cementerio de Nalda. Les lleva Alejandro o Andreas en bicicleta. Es la nueva 'yayacleta' que han adquirido las asociaciones El Colletero y Panal de Nalda para, mediante voluntarios como pilotos y acompañantes, transportar a las personas mayores a donde quieran casi como si fuera una 'bicitaxi' pero altruistamente, como un servicio social para quienes tienen una movilidad reducida.

El pasado sábado recibieron formación sobre el uso de estos artefactos por parte del colectivo Biciclistas de Corella, instruyendo ya a una primera docena de pilotos voluntarios. Aunque ya ha habido antes formación en otras localidades riojanas, la 'yayacleta' de Nalda es la primera de La Rioja y el proyecto se enmarca dentro de 'El Camino ESS' de experiencias turísticas sostenibles y economía social y solidaria, y gracias a una subvención de ese marco se ha sufragado parte del coste de la bicicleta eléctrica, fabricada en Dinamarca.

«Hemos comprado una 'yayacleta' para Nalda pensando en que las personas con movilidad reducida, para llegar a ciertos sitios, necesitan un vehículo como este, que es sostenible, cumple con los principios de la economía solidaria y que, detrás, tiene un grupo de personas voluntarias que son las que mueven la 'yayacleta'», explica Raquel Ramírez, miembro de las asociaciones Panal y El Colletero de Nalda. Las personas o sus familiares deben pedir el servicio que desean, el día y la hora y, si en el grupo de voluntarios hay un piloto disponible, les llevan. «Si, por ejemplo, es el cumpleaños de una persona mayor y quiere ir a la ermita, nos llaman y nos ponemos a su disposición. Esto es un recurso turístico de cercanía, permite hacer turismo a la gente que no se puede mover con facilidad», expone Raquel Ramírez.

Los usuarios potenciales son las personas mayores de la residencia Nuestra Señora del Pilar de Nalda, como Ana María, José Ramón y Pilar. De hecho, Pilar llevaba tres años sin ir a la ermita de Villavieja y ha podido volver allí gracias a la 'yayacleta'. «Para los de Nalda eso es importantísimo y creemos que es un lujo. Claro que pueden ir en coche, pero es otra cosa, son pequeños tramos. Igual que ir a ver a un familiar. Son cosas emocionales. «Lo hemos querido hacer porque tenemos un voluntariado muy potente y son necesarios los voluntarios, tanto el piloto como el acompañante», advierte Raquel Ramírez.

Ana María Marín, nacida en Villar del Río hace 90 años, montó el lunes por primera vez en 'yayacleta' y confesó que le gustó. «Nunca había ido en un cacharro así, Podría ir hasta la ermita, sería fenómenal», opina Ana María, riendo como una niña. José Ramón Martínez, nacido en Viguera hace 80 años, se lo pasó tan bien montado en la bicicleta que arrancó a cantar una jota sobre ruedas. «¡Es un chollo! ¡Lo bien que se va! Es extraordinario. Si me van a llevar, que me lleven a la ermita de Villavieja, porque una vez fui andando y vine reventado», confiesa José Ramón, que anda con la ayuda de una muleta. Pilar Moracia, nacida en Nalda hace 92 años, aseguraba que hacía mucho que no montaba en bici. «Yo sola no puedo, así que el viaje ha estado muy bien», admite Pilar, que es quien pudo acudir a la ermita el sábado después de tres años sin visitarla.

Melani Mendizábal es una de las voluntarias que acompaña a los mayores durante el viaje. «Muchas personas hace tiempo que no van lejos debido a su movilidad y esta es una buena herramienta para que puedan ir a sitios para ellos inaccesibles. Supone un gran avance», cree Melani. «Yo creo que les gusta la experiencia, que les gusta y es enriquecedora», subraya Melani.

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