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Martes, 8 de agosto 2017, 23:45
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En las primeras ediciones, o mejor dicho, hasta hace algo más de una década, el festival contaba con dos alicientes más, al margen del almorzarse un buen bocadillo de chorizo. Se trataba de la matanza de un cerdo ante el público, para que todo el mundo viese cómo se realizaba de una forma artesanal el sacrificio del gorrino antes de aviarlo y transformarlo en jamones, chorizos y demás.
«Hubo que suprimirlo -explica Luis Pedro García-, porque hubo muchas protestas de los ecologistas, que consideraban que se hacía sufrir al animal de una manera gratuita».
También se quitó el concurso de tragaldabas, que consistía en dar un premio a la persona que comiese más chorizo de una sentada. «Venía hasta Tele5 a grabar, pero el alcalde de entonces decidió quitarlo porque creía que esa no era una buena manera de dar a conocer el pueblo», cuenta García, que añade, «había algunos que se iban hasta el frontón a vomitar y volvían a seguir comiendo».
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