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El martes 22 de abril Seven, una podenca de 2 años, salió de la finca en la que la cuidaban en Calahorra tras un descuido de su propietario. Seven era uno de los perros de la corredora calagurritana de canicross Arantxa Gurrea, quien después de buscar al animal por todas partes y hasta con un dron se encontró con el peor y más cruel de los finales trece días después de su desaparición. El pasado 1 de mayo, la Guardia Civil la llamaba para decirle que la perra había aparecido colgada de una higuera, con una cadena, en el término de Campobajo.
«Quien haya sido es un perturbado», dice tajante esta deportista, que ha querido hacer público este suceso para intentar recabar alguna pista que le pueda llevar a la Guardia Civil a dar con la persona que mató a Seven, así como poner en alerta a otros propietarios de perros que paseen por la zona.
Seven, como relata Arantxa, salió de una finca propiedad de su padre situada detrás del convento del Carmen, junto a otro de sus perros, Yago. «La puerta (del recinto) no se quedó bien cerrada y ellos salieron pitando», cuenta.
A Yago lo encontraron rápido en las inmediaciones del cementerio San Lázaro, pero a Seven pasaban las horas y no conseguían localizarla. «Yo ya intuía que algo le había pasado porque hubiese sabido volver, ya que por esa zona salíamos a pasear y la conocía», asegura.
«Era muy lista. Ya podía estar en el Everest, que hubiese sabido volver a casa», destaca de las habilidades del animal, al que encontró en el pantano del Perdiguero «hace dos veranos». Si bien con Seven no practicaba canicross, «sí que venía conmigo a todos los lados». «Yo decía que era como el 'entrenador personal', porque ella echaba a correr y los demás perros la seguían», la recuerda.
Tras denunciar su desaparición ante la Guardia Civil, la cabeza de Arantxa no paraba de dar vueltas a numerosas hipótesis sobre lo que podría haberle pasado. «Pensaba que podría haberse ido detrás de un bicho y se hubiese quedado atrapada en un matorral, que se hubiese metido en un huerto...», dice.
El 1 de mayo, a las cuatro y medio de la tarde, le llamaban del teléfono del cuartel de Calahorra para comunicarle el espantoso desenlace. «Me dijeron que una persona que iba caminando había visto colgado a una perra de un árbol y que era Seven», lamenta afectada por el suceso.
El animal, «por el estado de descomposición del cuerpo» –le indicó la Guardia Civil– podría haber sido colgado «cinco o seis días» atrás. «Me dijeron que seguramente lo habían puesto ahí para que lo viéramos», añade Arantxa, que había colocado a Seven un collar con su número de teléfono por si se diera el caso de que algún día, como ocurrió el pasado mes, se perdiese.
Dar con el autor o autora de los hechos reconoce que será «complicado». «La Guardia Civil me dijo que era difícil porque en el cuerpo del animal no quedan huellas», precisa. Además, «estuvieron mirando por la zona por si había algo que diese alguna pista de la persona que había hecho eso, como un cigarro, una lata..., pero no encontraron nada».
Es por ello que Arantxa pide colaboración ciudadana, y en especial a los propietarios de parcelas en el término de Campobajo, para dar con la persona que cometió semejante atrocidad con Seven.
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