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Calahorra
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Domingo, 21 de enero 2018, 12:54
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A veces las cifras también duelen. Si las imágenes del desastre en una parte del casco antiguo de Calahorra encogen el estómago a muchos calagurritanos que han pasado su infancia y juventud en algunas de esas calles, los números que cuantifican el estado de deterioro y abandono de esta zona son también preocupantes.
Las cifras que maneja el Ayuntamiento hablan de un total de 1.175 inmuebles sin habitar dentro de toda la superficie del casco antiguo calagurritano, lo que representa algo más de la mitad (el 55% exactamente) de las viviendas existentes en la zona.
Es decir, más de un millar de casas se encuentran abandonadas y en muchos casos con un grado de deterioro tan importante que pone en peligro no solamente la integridad de estos inmuebles sino la de construcciones aledañas, cuyos propietarios viven con la constante amenaza de una viga prácticamente en el aire o la de una pared hecha trizas.
Y llega un día en el que la lluvia, un fuerte viento o una nevada acaban por provocar el desprendimiento de las partes afectadas. Entonces viene el desalojo de la familia de la casa de al lado. La que no podía quitarle ojo a la grieta que año a año se iba haciendo más grande. Aquella que ya había denunciado la situación de palabra a la autoridad de turno o por registro.
Susana Fuertes lo ejemplificaba esta semana para Diario LA RIOJA al posar delante de las obras de derribo del inmueble de la calle del Olivo en el que el Ayuntamiento ha tenido que intervenir con un procedimiento de emergencia. Susana, su marido y su hijo tuvieron que desalojar su vivienda en buen estado por el abandono y dejadez de los propietarios de la 'otra'. De esa casa que ni siquiera saben a quién pertenece y que ahora les ha llevado a ser realojados en un albergue.
La familia de Susana Fuertes no es la única. Ellos conforman otra de las cifras que duelen en el barrio más antiguo de la bimilenaria Calahorra. Otras tres familias han tenido que ser desalojadas de sus hogares en este primer mes del año por idéntica situación a la de Susana. Dos de ellas son residentes de la calle Mayor, donde la última nevada provocó desprendimientos en el inmueble del número 27, y la tercera, en la calle del Olivo, al igual que Susana.
A estos cuatro desalojos se suma también el cierre provisional de un edificio municipal. Como medida de seguridad, ante el derribo de la citada vivienda de la calle Mayor, el Ayuntamiento ha cerrado al público temporalmente la sala de exposiciones con la que cuenta en esta vía.
Un número más que da muestra del abandono del casco antiguo es el de los expedientes de edificios en ruinas que mantiene abiertos el Consistorio. Según información facilitada por el departamento de Urbanismo, en estos momentos hay un total de 16 expedientes. En muchos de estos casos los derribos los tendrá que ejecutar de manera subsidiaria el Ayuntamiento por no localizar a sus propietarios o, como sucede otras veces, por declarase insolventes. En el Presupuesto del año 2017 la partida económica para derribos ascendió a 150.000 euros.
A escasos metros del derribo en la calle Mayor se encuentra la plaza de la Verdura, cuyo socavón en un entorno en constante amenaza de ruina será difícil de borrar de la memoria de este lugar. Las obras para el pilotaje de la plaza comenzarán previsiblemente mañana, lunes. Afortunadamente, en este espacio no ha sido necesario desalojar a ningún vecino de sus casas.
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