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ISABEL ÁLVAREZ
Lunes, 2 de marzo 2015, 11:17
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Hay cosas que nunca deben faltar en un chupinazo de Calahorra. Lo primero, las peñas y la música de sus charangas. Porque los peñistas, identificados perfectamente con sus colores y pancartas, son el alma de este acto, al que se llevan toda clase de accesorios. Desde las gafas de todo tipo de formas y colores hasta los sombreros de paja. Este año, entre las féminas, han triunfado las coronas y diademas de flores.
La peña El Hambre, como siempre, sigue con su buena costumbre de convidar a todos aquellos que se acercan hasta su sede social en la calle Santiago a un bocado de ese pan con chorizo que pasean con orgullo. Y después del chupinazo, el encierro de reses bravas es, desde hace unos años, imprescindible.
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