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Pase de Ángel Jiménez en una imagen de archivo. L.R.
Tarde soporífera con siete novillos descastados en Arnedo

Tarde soporífera con siete novillos descastados en Arnedo

La falta de casta de la reses condicionó el resultado del festejo

LA RIOJA

Logroño

Lunes, 1 de octubre 2018, 22:17

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La cuarta novillada de la Feria del Certamen del Zapato de Oro de Arnedo (La Rioja) ha estado marcada por la falta de casta de los siete novillos, los seis previstos y un sobrero, que salieron a la plaza, lo que deparó una tarde soporífera y para el bostezo del público.

Se han lidiado seis novillos de Casasola, todos ellos sin casta y sin fuerza y varios pitados por los espectadores en el arrastre; y uno de José Escolar, con más genio. Un cuarto de plaza.

El novillero de Écija Ángel Jiménez comprobó a la primera cómo iba a ser la tarde; su novillo tuvo que ser devuelto al poco de salir, ya que se derrumbó antes de entrar al caballo.

Le sustituyó el programado en cuarto lugar, que fue deslucido y solo vistoso en el saludo en el capote; ante él el andaluz realizó una faena plana, por el pitón derecho, y con el toro siempre con la cara arriba, con lo que no hubo emoción y acabó con una estocada trasera.

El segundo novillo fue otro inválido, que evidenció su falta de fuerzas desde el saludo con la capa; se derrumbó en cada una de las series, mostró algo de calidad pero apenas pudo sujetarse, lo que deparó el inicio de las protestas en las gradas.

Así, el salmantino David Salvador tuvo que ejercer de enfermero, tratando de cuidar al animal con naturales de buen trazo, pero el novillo solo fue una bola de carne que se movió sin emoción, que terminó con una estocada y descabello.

El tercero de la tarde, para Fernando Plaza, resultó flojo, deslucido y fue pitado en el arrastre, y ante eso, el madrileño, ganador del Zapato de Plata de 2017, solo pudo estar correcto con el capote.

Pero dado que el toro se sujetaba lo justo, en cuanto le bajaba la mano, se iba al suelo, con lo que no le quedó más que hacer un toreo relajado y deslucido.

En cuarto lugar se lidió un sobrero de José Escolar, muy complicado y con mucho genio, aplaudido de salida pero que no destacó en el capote.

El animal recibió un puyazo muy largo y pronto se le cortó en banderillas. Ante él Ángel Jiménez lo intentó sin confianza ni acople, hasta que desistió porque comprendió que era una labor complicada y con poco lucimiento; para matar pinchó hasta tres veces y tuvo que utilizar el descabello.

En el quinto, David Salvador, se las vio con un novillo más complicado y algo exigente ante el que estuvo apropiado con el capote.

Cuajó una faena bien estructurada y se excedió en el tiempo para matar, algo que hizo sin fortuna tras dos avisos.

El novillo que cerró plaza volvió a ser un animal sin fuerza, que sufrió ya dos «volantines» antes de entrar al caballo, y en banderillas dobló y se derrumbó.

Así, Fernando Plaza solo pudo hacer un toreo muy suave, para no obligarle, siempre a media altura, aunque en una serie de naturales el animal volvió a irse al suelo.

De hecho, el novillero madrileño pudo ser «prendido» hasta dos veces, pero la poca fuerza del animal hizo que no corriera peligro; el bostezo de los aficionados terminó con una fea estocada caída.

Ángel Jiménez, silencio y silencio tras leves pitos.

David Salvador, silencio tras un aviso y silencio tras dos avisos.

Fernando Plaza, silencio y silencio.

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