Etiovida construye una residencia escolar en Etiopía

Etiovida y Abay han llegado a tiempo al inicio del curso escolar, que además de por la pandemia se encuentra amenazado por el estallido de la guerra civil en la zona de Tigray. Entre esa incertidumbre, 40 niñas han encontrado la seguridad de poder continuar sus estudios al poder alojarse en esta residencia.

Niñas y niños tienen acceso en esa zona rural a la educación básica obligatoria, hasta los 14 años. A la hora de continuar, sólo hay institutos en las cabeceras de comarca, que no están bien comunicadas con el resto de aldeas y poblaciones y cuesta unas cuantas horas ir y volver a clase. Eso supone el abandono de muchos. Pero sobre todo de muchas.

Hasta ahora, Etiovida había destinado fondos a alquilar habitaciones a vecinos de la zona para alojar de lunes a viernes a estudiantes para que pudieran ir al instituto. «A una familia no le importa que su hijo vaya a vivir a casa de un desconocido. Pero que su hija vaya es mucho más difícil», describe David Solana, uno de los coordinadores de Etiovida. Por ello, la oenegé arnedana y Abay continúan pagando el alquiler para los chicos, pero para favorecer la continuidad escolar de ellas han construido esta residencia, gestionada por el trabajador social del proyecto compartido. «Así, las familias les dejan salir a estudiar y no pierden esa oportunidad», dice Solana.

De lunes a viernes, tienen alojamiento, reciben clases de refuerzo y comida. Todo ello al lado del instituto donde estudian y gratis, financiado por los socios de Etiovida y Abay. «Euro que entra a la cuenta de Etiovida, euro que llega a Etiopía. Y con eso estamos manteniendo los proyectos. Pero necesitamos captar socios porque, debido a la pandemia, no podemos hacer fiestas u otras actividades donde recibíamos muchos ingresos», solicita Solana. «Estamos más limitados y necesitamos más socios para dar oportunidades».