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Francisco de Manuel, Manuel Diosleguarde (con la muleta) y Rafael González, en una ganonera, en sendas instantáneas de la tarde de ayer en Arnedo. :: justo rodríguez
Ardor y pasión novilleril en la última

Ardor y pasión novilleril en la última

Rafael González, Francisco de Manuel y Manuel Diosleguarde, a oreja por coleta en una buena tardeNovillada desigual y justa de cara de Fernando Peña pero con varios toros con motor y fundamento para elaborar faenas con emoción en los tendidos

PABLO GARCÍA MANCHA

ARNEDO.

Jueves, 4 de octubre 2018, 10:03

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Tenían que pasar cosas ayer y sucedieron. La historia en muchas ocasiones repetida del Zapato de Oro de llegar a la última novillada con las espadas en alto y sin nada decidido. Esa sensación flotaba en el ambiente y los tres jóvenes coletudos parecieron salir espoleados a por el codiciado trofeo desde el primer momento. Los tres tocaron pelo y la espada también restó algún que otro premio más al marcador definitivo. Rafael González, de Toledo, se dejó todo lo que tiene en el ruedo de Arnedo Arena desde que se abrió de capote con su primer astado, un novillo hondo y bien hecho que cumplió en varas y que quería que le hicieran todas las cosas por abajo. La faena fue muy correcta pero el vigor del novillo se diluyó muy pronto y el público, con su soberana frialdad, acabó desentendido de la faena.

Otra cosa fue 'Gorrillo', un toro negro y salpicado tan bajito y bien construido que parecía un verdadero zapato. Corto de manos y enmorrillado, no fue bravo aunque derribó con estrépito cuando se incrustó en el peto del caballo. Pero salió suelto y esa mansedumbre hizo que embistiera como pegando oleadas e incluso arrollando. Francisco de Manuel demostró lo cuajado que está y que sus triunfos de Pamplona y Madrid no son producto de la casualidad. Se lo llevó a los medios, a salvo de las querencias, y lo entendió bien en una faena en la que se armó una tremolina por la negativa (incomprensible) del palco a dar la orden a la banda para que atacaran el pasodoble. La gente lo tarareó por su cuenta y el diestro de Madrid recetó una soberbia estocada tras un pinchazo previo. Hubo oreja y era la segunda del abono. La tercera la arrancó el salmantino Diosleguarde ante un novillo muy colaborador más alto que sus hermanos. Faena de torero muy placeado pero con demasiada tendencia a vaciar los muletazos por fuera y torear con la suerte un punto descargada. 'Dos punto cero' le llaman a esta tauromaquia moderna y efectista. El toro fue a más durante la lidia, como si renaciera con cada serie, y le dio opción al torero a sellar la faena con un buen manojo de naturales. Y llegó la segunda oreja de una tarde que iba embalada.

El tercer trofeo tuvo fuste por la entrega absoluta de Rafael González, que recibió al toro con verónicas de rodillas, gaoneras y hasta una larga. El torero venía a comerse el mundo y logró una oreja merced a su absoluto derroche desde el inicio de rodillas o las saltilleras cambiadas del quite. Fue un gran novillo, quizás el más completo de la tarde.

De Manuel y Diosleguarde hicieron lo posible en sus segundos turnos, pero el fallo con la espada del primero y la blandura del último astado del festejo lastraron sus entregadas actuaciones.

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