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E. P.
Martes, 1 de octubre 2019, 08:57
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Hacia arriba... vuelta a la parte baja... carrera de nuevo hacia corrales. La primera cita diaria de las fiestas arnedanas transcurre en un ir y venir de carreras que sólo se detiene cuando un recortador se mide ante la res, cuando una se abalanza contra una jaula, se sube a una pirámide... Y en ese subir y bajar, las vacas y toros barren hacia las barreras a refugio a cientos de personas que se asoman a las calles a citarlas.
Bien conocida es la repercusión de las novilladas del Zapato de Oro en todo el mundo taurino. Y los arnedanos profesan también una gran afición por los festejos menores. Pero las sueltas de reses bravas son más que una cita con las carreras, los quites y los recortes. Para los arnedanos son un acto social. Es el momento para saludarse y encontrarse sin prisa, para dedicarse conversaciones y puestas al día sin mirar el reloj. También para compartir almuerzos de pinchos de tortilla, de jamón... tragos de la botella o de la bota de vino.
La suelta larga de ayer fue ejemplo, seguida después por encierro chiqui de becerras y otro de astados hinchables por la Asociación Toro en la Calle, de celebraciones por su décimo aniversario.
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