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Juan Carlos Calvo, con algunas de sus creaciones.
Reinventarse o morir

Reinventarse o morir

Juan Carlos Calvo Artesano cerero

SONSOLES GONZALO

Viernes, 25 de julio 2014, 23:27

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La crisis ha afectado a muchos españoles, pero no todos han arriesgado para buscar nuevas oportunidades como ha sido el caso del riojano Juan Carlos Calvo. Después de cinco años trabajando en una agencia de publicidad y quince como comercial, este arnedano de nacimiento se quedó en el paro, y al no encontrar un trabajo de su profesión decidió dar un giro a su vida de ciento ochenta grados. Buscando alternativas para conseguir dinero recordó una de las aficiones que tenía cuando era joven debido a una fábrica que había antiguamente en su pueblo donde trabajaban varios amigos suyos: hacer velas para iluminar la lonja. De esta manera, decidió especializarse en artesanía de cera. Acudió un curso en Madrid y, tras muchas horas de dedicación, experimentos y esfuerzo abrió su propio taller en el pasaje de Vara del Rey, 48, en Logroño. Juan Carlos es el único riojano que trabaja de manera artesanal la cera pero no se dedica a crear velas convencionales, sino a hacer fanales «que hacen un poco de efecto lámpara». Estas piezas de cera y parafina sirven para decorar cualquier espacio con la ventaja de que no se derriten y, además, «permiten ser personalizadas a gusto del cliente y pueden durar toda la vida si se les da un uso adecuado». En su taller Las Mil y Una Velas, Juan Carlos hace los fanales que posteriormente venderá en las ferias artesanales aunque ahora mismo está tratando de expandir los canales de venta a través de una página de Facebook y de una página web con información en dos idiomas para abarcar a un público más amplio.

«Es un producto que se vende muy bien porque la gente queda sorprendida y muy satisfecha, ya que no se encuentra en cualquier tienda porque el fanal hay que hacerlo a mano», explica el cerero. Juan Carlos se siente muy arraigado a la cultura riojana y por ello trata de expandir a través de sus fanales los motivos típicos, como por ejemplo la oja de vid, aunque cuando asiste a ferias en otros lugares intenta adaptarse a la gente de la zona mostrando la versatilidad de este producto estampando diferentes temas.

«Los fanales son principalmente demandados por mujeres desde los veinticinco años hasta las más mayores porque son muy cómodos para hacer un regalo», detalla el artesano.

Pese a las dificultades, Juan Carlos ha conseguido materializar un sueño poniendo ganas, esfuerzo y tesón. Este cerero riojano es un ejemplo de cómo a través de la dedicación uno puede abrirse un hueco en la artesanía en una época difícil pero no imposible para los soñadores.

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