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John Wayne a bordo de 'La diligencia'.
'La diligencia': la madre de todos los westerns

'La diligencia': la madre de todos los westerns

Lecciones de cine ·

John Ford estrenaba hace 80 años la primera película del Oeste adulta

BOQUERINI

Sábado, 2 de febrero 2019

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El 15 de febrero de 1939, hace ahora 80 años se estrenaba en Los Angeles 'La diligencia', el western más famoso de la historia y el que más ha influido en el género. Se puede decir que 'La diligencia' es la 'madre' de todos los westerns y fue la primera película del género fundamentalmente adulta. Y este 1 de febrero se conmemora el 125 aniversario de John Ford, posiblemente el director más grande que ha dado el cine.

'La diligencia' consagró a John Wayne (en su primer papel de relevancia) como arquetipo del héroe del Oeste y fue la primera película que se rodó en el Monument Valley, escenario que tantas horas de gloria ha dado al género. El propio Ford recordaba en conversación con Peter Bogdanovich cómo surgió aquella elección: «Había oído hablar de él. Había pasado una vez por allí, cuando viajaba en coche por Arizona, Ccmino de Santa Fe, en Nuevo México, y me pareció perfecto para un western».

Los precedentes de 'La diligencia' hay que buscarlos en la literatura francesa del XIX con un relato de Guy de Maupassant titulado 'Bola de sebo'. El cuento, publicado en 1890, narraba como, durante la segunda mitad del XIX, en una Francia ocupada por el ejército prusiano, algunos comerciantes de la ciudad ocupada de Ruan, deciden trasladarse a El Havre, defendida por el ejército francés, e inician el viaje, desde el patio del Hotel de Normandía hasta Dieppe, en una diligencia tirada por seis caballos. La ciudad de Totes será estacionamiento obligado durante varios días motivado por un incidente entre pasajeros. Estos, al margen del cochero, son tres matrimonios, los señores Loiseau, Carré-Lamadon y Hubert de Breville, y una pareja de monjas, vieja una, enclenque otra.

Una escena de 'La diligencia'.
Una escena de 'La diligencia'.

Todos ellos representan la ley establecida; frente a ellos, dos personas, que, para los anteriores, escapan al orden social burgués en lo político y en lo sexual respectivamente: un hombre, Cornudet, y una mujer, apellidada Roussett y conocida como 'Bola de sebo', que pese a su gordura anticipada para su edad, no le impide poseer rostro lozano y labios sensuales; las reacciones del grupo femenino ante la presencia de la 'vergüenza pública', como consideran a 'Bola de sebo', y las del grupo masculino ante las opiniones del liberal Cornudet que espera el advenimiento de la República, constituyen elementos básicos de la narración. De este modo, un grupo humano de diversa condición e ideología convive, a la fuerza, en un mismo medio de transporte y ante un peligro común representado por el invasor.

Particular microcosmos

También se considera un precedente de 'La diligencia', un relato periodístico de Ernest Haycox llamado 'Diligencia para Lordsburg', publicado en Estados Unidos en los años veinte del pasado siglo, que partiendo del relato de Maupassant, traslada la ambientación y los personajes franceses a un espacio norteamericano donde el viejo Oeste impone leyes y modos de convivencia; todo lo demás se sintetiza en un texto de escaso diálogo con las pautas narrativas de la época para las llamadas 'novelas del oeste'.

A Ford le gustó el reunir en un espacio cerrado a un grupo de personajes muy dispares, a personas de distintos estratos sociales en circunstancias comprometidas, creando un microcosmos muy particular, algo que era común en el cine de la época ('Gran Hotel', 'El expreso de Sanghai', 'Horizontes perdidos'…), lo que le daba ocasión para incidir en la descripción de personajes, algo a lo que el director se revelaría como un consumado maestro en su filmografía posterior. Cuando John Ford conoció este relato periodístico, entendió que había en él un potencial guión y encargó a Dudley Nichols para que lo transformara adecuadamente.

Ford rueda la película en 1938 íntegramente en el Monument Valley, con un reparto en el que están John Wayne, Claire Trevor, Andy Devine, John Carradine, Thomas Mitchell, Louise Platt, George Bancroft, Donald Meek, Berton Churchill y Tim Holt. Se cuenta que el productor ejecutivo, Walter Wanger, apostó 220.000 dólares porque Gary Cooper y Marlene Dietrich protagonizasen el filme. Evidentemente perdió los 220.000 dólares.

John Ford y John Wayne en el rodaje de 'La diligencia' en Monument Valley.
John Ford y John Wayne en el rodaje de 'La diligencia' en Monument Valley.

El propio Ford produce la película y Dudley Nichols está presente en el rodaje para comprobar que el director se ceñía al texto escrito por él. Se trata de una 'road movie' por los polvorientos caminos del Monument Valley donde se cuenta como un variopinto grupo de personajes viajan por diferentes motivos a bordo de la diligencia de la Overland Stage que realiza el trayecto entre Tonto y Lordsburg. La alarmante noticia de que el jefe indio Jerónimo y una gran facción del pueblo apache que él acaudilla, han abandonado la reserva, moviéndose en son de guerra precisamente a lo largo de la ruta que cubre la diligencia causa preocupación.

Viajan en ella la mujer de un oficial del ejército llamada Lucy Mallory (Louise Platt), que antes de ser madre quiere reunirse con su esposo, un viajante de licores, el doctor Boone (Thomas Mitchell), un médico que ha sido expulsado del lugar donde vivía y trabajaba por su afición a la bebida, un jugador de ventaja, Hatfield (John Carradine), que corteja descaradamente a Lucy, Dallas (Claire Trevor) y una joven prostituta expulsada también de la ciudad. En el pescante, un cochero, Buck (Andy Devine), y el sheriff Curley (George Bancroft), que teme que la diligencia sea atacada por los indios. A primera hora se une a los viajeros el banquero Gatewood (Berton Churchill). Tanto cochero como el sheriff que se presta a servir de escolta, optan porque sean los propios pasajeros los que decidan si se prosigue o suspende el viaje.

John Wayne en una foto promocional de 'La diligencia'.
John Wayne en una foto promocional de 'La diligencia'.

Al final la diligencia se pone en marcha, y ya en ruta el sheriff detiene a Ringo Kid (John Wayne), un proscrito fugado de prisión al que se le ha muerto el caballo que, cuando llegue a Lordsburg, tiene la intención de matar a los hermanos Plummer, responsables del asesinato de su hermano. Escoltados por un destacamento de soldados, llegan a la primera parada y fonda, donde se enteran que el destacamento no puede proseguir el viaje como escolta de la diligencia, pues ha sido requerido para otro servicio. Se reemprende la marcha bajo el terror constante del ataque de los indios. En el interior de la diligencia se suceden las tensiones personales hasta que por fin, el temido ataque indio se produce.

El estreno de la película supuso un terremoto, y durante décadas ha dado pie a todo tipo de interpretaciones simbólicas: Una lectura entendería la diligencia, vehículo, como una representación de los Estados Unidos y del hibridismo de su sociedad donde el cruce de razas se alterna con múltiples dicotomías: ciudadano - salvaje, conservador - progresista, corrupto - íntegro, etc. Tambien se ha dicho que responde a una historia ejemplar que tiene como protagonista al 'buen hombre malo', de manera que Ringo asegura simbólicamente la continuidad de la figura del orden al obligar a huir a los indios y eliminar posteriormente a los asesinos. Ringo confía en sus propias fuerzas y resuelve cada situación de modo personal, lo que implica cierta desconfianza hacia las fuerzas representantes de la ley. El microcosmos social que se muestra en el interior de la diligencia sirve para atacar al puritanismo.

La película, que se estrenó en España el 16 de octubre de 1944, ganó dos Oscar: al mejor actor de reparto (Thomas Mitchell) y a la mejor banda sonora; y tuvo otras cinco candidaturas: a la mejor película, al mejor director, a la mejor dirección artística, a la mejor fotografía y al mejor montaje. En 1946 y 1949 se llevó a la radio, y de ella se han hecho numerosos remakes, todos muy inferiores al original, entre ellos los de Gordon Douglas ('Hacia los grandes horizontes', 1966) o por Ted Post ('La diligencia', 1986).

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