El ajo riojano esconde la cabeza
La superficie y producción de este cultivo se ha visto reducida en la región hasta unas cifras testimoniales, lo mismo que ocurre a nivel nacional: la tendencia es a la baja por la escasa rentabilidad en un mercado acaparado por el ajo chino
El campo riojano vive un momento delicado, casi de supervivencia, especialmente crítico para algunos de los cultivos representativos del agro regional. Productos básicos en el ... día a día pero que llegan a nuestros mercados desde otras regiones o países, mientras que en La Rioja su presencia es testimonial. Uno de los casos más claros es el del ajo, un alimento humilde que se encuentra desde hace años en claro declive en todos sus parámetros.
La situación es evidente más allá de las propias sensaciones que transmiten los agricultores. La superfie de cultivo de ajo en La Rioja ha caído desde la década de los noventa de forma drástica. Según los últimos datos ofrecidos por el Servicio de Estadística de la Consejería de Agricultura correspondientes al 2016, la región contaba solamente con 9 hectáreas de superficie de ajo, que produjeron 41 toneladas, el mínimo de toda la serie estadística.
La producción riojana de ajo era hace dos décadas 48 veces mayor
Esas cifras contrastan de forma drástica con las de hace veinte años, en las que en la región se produjeron 1.980 toneladas en 221 hectáreas. Una producción 48 veces mayor y una superficie 24 veces superior a la del 2016. La comparativa se hace más dura si se pone la mirada en el año 1990, en la que la superfie de ajo riojano fue de 294 hectáreas y su valor de producción de 2.934.400 euros, frente a los 45.000 del 2014.
El final de la década de los noventa produjo un repentino descenso que se refleja en todas las cifras del cultivo, que arrancó una caída que llegó a su mínimo en el 2012 en cuanto a superficie cultivada, hasta las 6 hectáreas. El ajo es un producto testimonial desde los 2000 en el campo riojano, dedicado a un pequeño mercado y asumiendo un papel totalmente secundario.
Uno de los factores principales en esta decadencia del ajo riojano es, como en gran parte de los cultivos que viven su misma situación, la cuestión de los precios. El sector ofrece una gran volatilidad, pero en cifras medias, el precio del ajo no ha aumentado en las últimas dos décadas. Los datos del 2014 en este aspecto son de 93,82 euros por 100 kilos, mientras que en los noventa se ofrecían precios similares o incluso mayores. Los costes asociados al cultivo, por el contrario, no han dejado de crecer.
Panorama nacional
A nivel nacional el ajo tampoco vive su mejor época, aunque algunas regiones sostienen su importancia económica en el sector. Castilla-La Mancha es el principal motor, con 18.582 hectáreas de cultivo, mientras que Andalucía y Castilla y León le siguen con cifras lejanas. El ajo español arranca este mes una campaña en la que espera mantener las cifras de producción del año 2018, que fueron de 263.520 toneladas, pero el futuro no se presenta demasiado optimista y se estima que la superficie cultivada de ajo pueda descender este año hasta un 10%.
Uno de los factores determinantes en el declive, tanto a nivel riojano como nacional es la predominancia en el mercado global del ajo procedente de China, que supone un 80% de la producción mundial. La competencia con el ajo chino resulta imposible para el nacional, que ha visto menguada su relevancia. Al igual que ocurre con otros cultivos, las exigencias frente a las importaciones perjudican a un producto nacional que no compite en igualdad de condiciones.
El producto chino supone un 80% de la cosecha mundial de ajo
La Unión Europea cuenta con un cupo de importación para el ajo chino pero este lo completa año a año, mostrando su capacidad de acaparar el mercado. Por ello desde el sector se ha pedido en ocasiones la reducción de ese cupo que favorezca la producción comunitaria, especialmente ante la inminente salida del Reino Unido de la Unión Europea.
La baja rentabilidad de este alimento básico supone esa crisis que ofrece pocas salidas. La diferenciación y la apuesta de la calidad es uno de ellas, olvidándose de la competencia por el precio, una batalla perdida frente al ajo chino. A nivel riojano, la recuperación más allá de la supervivencia en cifras mínimas, parece ya impensable.
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