Remolacha, un cultivo que suspira por sus mejores tiempos
La Rioja es la principal proveedora de la planta de Miranda de Ebro y la que cuenta con mayor superficie sembrada, que este año alcanza las 825 hectáreas
Tras unos años de constante descenso en el cultivo de la remolacha, en 2023 parece que se retomará una senda de constante crecimiento y evolución. ... En La Rioja, en 2019, se destinaron 929 hectáreas; un año más tarde, fueron solo 656. Una cifra que fue cayendo hasta las 480 aproximadas que se cultivaron en 2021. Ya el pasado ejercicio se observó un cambio de rumbo y aumentó el número de hectáreas a las 600. Y en este son 825 las sembradas.
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«Han sido años complicados, a causa de las enfermedades de hoja, fúngicas, que provocó un descenso en la producción», analiza Pablo Gómez, responsable agrícola en Azucarera Iberia SL, en Miranda de Ebro. A ello se unió el cambio en el modelo de pago, que pasó de ser fijo a combinar una parte fija y otra variable, vinculada al precio del azúcar. «Ahora mismo estamos en un ciclo alcista en el mercado del azúcar y compartimos con el agricultor un precio muy atractivo», apunta. A todo ello se añade la diversificación de los contratos que desde Azucarera vienen realizando, lo que permite que el agricultor pueda seguir trabajando por su cuenta o que pueda recibir algún tipo de servicio por parte de la empresa mirandesa.
Si bien, la convulsión vivida en cuanto a la superficie destinada al cultivo de remolacha nunca ha impactado de manera negativa en la calidad del producto sembrado en La Rioja. En este sentido, nuestra comunidad es la que más remolacha aporta a la planta de Miranda de Ebro. «En cuanto a número de hectáreas, la convierte en la región número 1 y, sobresale, además su buena producción y el elevado número de agricultores, que se sitúa cerca de los ochenta (la compañía trabaja en total con 266)».
Azucarera completó a primeros de septiembre la siembra de la raíz en las diferentes comunidades que nutren su fábrica, posteriormente. En total, 3.200 hectáreas –un 30% más respecto a 2022–, de las que el 25% pertenecen a La Rioja. «Al agricultor riojano le gusta la remolacha y le parece sencilla de cultivar», explica Pablo Gómez.
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El apego que siente por esa hortaliza le lleva «a dominarla y entenderla», lo que se traduce en rendimientos superiores. Por ello, la zona de La Rioja Alta, donde se ubican las hectáreas, se ha convertido en el área más productiva de España. «El rendimiento por hectárea que se obtiene en La Rioja no se consigue en ningún otro lado».
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Detrás de este éxito se encuentra el profesionalismo del agricultor. Está altamente capacitado y cuenta con una gran tecnificación, gracias a lo cual consigue esos rendimientos. «Ha entendido pronto la ventajas de la rotación, cómo alternar cultivos. En otras zonas, en cambio, abusan más del monocultivo, lo que provoca que las tierras se cansen más», aduce el técnico agrícola de Azucarera.
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Ese buen hacer y entender el cultivo, unido a una práctica correcta, conduce a unos resultados óptimos. De La Rioja se espera que lleguen a fábrica entre 1.400 y 1.500 toneladas de remolacha al día.
Buenas perspectivas
Se esperan, además, rendimientos superiores al año pasado, donde las olas de calor tempranas provocaron una merma en su producción. En este ejercicio, a pesar del calor y la falta de lluvias, sus necesidades hídricas han sido menores. Porque a pesar de que el verano ha obligado a más riego, la remolacha no ha sufrido la falta de agua que sí han tenido otros cultivos. Todo ello ha permitido que la planta se haya desarrollado en óptimas condiciones y no haya sufrido el estrés hídrico de la pasada campaña. «Se ha sembrado temprano, en unas condiciones buenas para la remolacha», señala Pablo Gómez, que confía en superar ampliamente las 100 toneladas por hectárea.
El responsable agrícola de Azucarera en la planta de Miranda de Ebro se muestra confiado en la evolución positiva del sector remolachero. «Los niveles de rentabilidad para la próxima contratación van a ser muy similares a los de esta campaña», a la vez que sostiene que la remolacha «se ha percibido como un cultivo que merece la pena. Esto unido a la baja de cultivos alternativos, nos debe llevar a seguir creciendo».
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