Borrar
Ángel Corella da un paso de danza. :: SUSANA SÁEZ
«De niño ya bailaba a lo Travolta»
SOCIEDAD

«De niño ya bailaba a lo Travolta»

Espiritual y familiar, el bailarín Ángel Corella está empeñado en que España «tenga un Bolshoi»

ARANTZA FURUNDARENA

Domingo, 27 de diciembre 2009, 01:44

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Ángel Corella (Madrid 1975) está locamente enamorado... de la danza. Respira ballet, mastica ballet, transpira ballet. Bailarín invitado por las mejores compañías del mundo, ha creado en La Granja, Segovia, la única compañía de danza clásica de España. El 'Corella Ballet' actuará del 20 al 24 de enero en el Teatro Coliseum de Barcelona, recorrerá treinta ciudades españolas y llegará a Nueva York en marzo. Su director quiere que España «tenga un Bolshoi».

- ¿Con quién le gustaría hacer un paso a dos?

- Ya lo he hecho con todas las bailarinas del mundo.

- Quiero decir, en la vida.

- Ah, pues con toda esa gente que me ha aportado algo o con cualquier miembro de mi familia.

- La familia es importante.

- No de una forma obsesiva, como la pintan ciertas asociaciones, pero sí, es importante.

- Usted no ha formado aún la suya.

- Me encantan los niños, pero ahora mismo tengo tres perros.

- ¿Estoy ante el mejor bailarín del mundo?

- Mire, he visto demasiados egos en este oficio. Y gente sin ningún tipo de escrúpulos. Sobre todo, en España; gente que tira a degüello y si te puede destrozar, lo hace.

-¿Qué dijo Michelle Obama al verle bailar?

- Me contaron que se había quedado impactada con «el chico del pantalón azul». «¿Quién es, quién es?», repetía. Y era yo.

- ¿Y la Reina de Inglaterra?

- Con ella se produjo una situación extraña, porque me preguntó qué sentía al volver a bailar en el Covent Garden después de su rehabilitación. Tuve que aclararle que nunca antes había bailado en el Covent Garden. Se quedó chafada.

- Suerte que no le arreó con el bolso.

- Sólo me dijo: 'Ah, muy bien, muchas gracias'. La vi muy protocolaria. Nuestra Reina es más cariñosa.

- Creo que de niño fue un poco Billy Elliot.

- Lo tuve casi peor. No en cuanto a la familia, porque mis padres me apoyaron cien por cien. Ellos están muy evolucionados en lo espiritual.

- ¿En lo espiritual?

- En casa nos gusta mucho el tema de la espiritualidad, la reencarnación... Pero lo que quería decir es que, de niño, en el colegio, cuando se enteraron de que hacía ballet, la piedra iba siempre directamente hacia mí. Algún profesor llegó a decirme que me dedicara a algo más viril.

- Como la carpintería, que es su otra pasión.

- Me encanta. Ahora estoy forrando una habitación de madera y la estoy pintando en plan colonial.

- ¿Quién fue en su vida anterior?

- No sé. Pero muchas de las cosas que me han sucedido en mi carrera yo creo que estaban predestinadas.

-¿Y en su próxima vida le gustaría seguir bailando?

- Espero que no me queden muchas vidas más; que esté ya lo suficientemente evolucionado como para no tener que seguir bajando a la Tierra.

-¿A su padre no le importó que fuera bailarín?

-No, y eso que a él le encanta el deporte. Hasta fue boxeador.

-¿No le noqueó ver a su hijo en mallas?

-No. El ballet hay que vivirlo. A menudo son hombres los que vienen cuando acaba la función y te dicen: 'Mira, yo he venido obligado por mi mujer, pero me he quedado impactado'. Algunos, por lo visto, piensan que los bailarines bailamos en zapatillas de puntas y con tutú rosa.

- Farinelli estuvo en La Granja...

- Él era el 'castrato' que le cantaba a Felipe IV. Lo tenía en la habitación de al lado para cuando no podía dormir.

- ¿Los bailarines de clásico no son un poco 'castrati'?

- Más que 'castrati' somos sadomasoquistas. La pasión es tal que desde la primera vez que te pones unas zapatillas de ballet se convierte en una obsesión.

- ¿Se acuerda de su primera vez?

- Perfectamente. Tenía siete años. Dice mi madre que andaba con el chupete en la boca y ya bailaba como John Travolta.

- ¿Por qué son sadomasoquistas los bailarines?

- Porque para nosotros el placer del dolor del cuerpo, el placer del esfuerzo, es indescriptible.

- ¿Hay algún día en que no le duela algo?

- Ni uno.

- ¿Qué le duele hoy?

- Todo. Y cuando viajo en avión, ni le cuento, llego con el coxis destrozado.

- ¿Ha probado con un analgésico?

- No. Ni fumo ni bebo y nunca he tomado drogas. Puedo tomar una copita de vino, pero beber como los chicos de hoy, que van de botellón, nada. ¿Y emborracharme? Creo que he estado contentillo dos veces en mi vida.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios