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El enólogo, momentos antes de comenzar la cata para los aficionados de lomejordelvinoderioja.com. /JUAN MARÍN
Díselo con flores
SOCIEDAD

Díselo con flores

Raúl Acha, director técnico de Castillo de Maetierra, evidencia las posibilidades de los blancos riojanos en una cata repleta de frescura y desenfado para lomejordelvinoderioja.com

A. GIL

Miércoles, 29 de abril 2009, 03:01

Con flores, con frutas tropicales, con colores, con alegría, con desenfado y con cariño. Así contó el lunes por la noche Raúl Acha, director técnico de Castillo de Maetierra, la historia de los vinos de la bodega de Calahorra, nacida al amparo de la indicación Valles de Sadacia en el año 2000 y que, con el persistente y aromático moscatel, ha abierto un camino para la revitalización de los blancos riojanos.

La moscatel de grano menudo da una personalidad inconfundible a los vinos de Maetierra y demuestra que Rioja -aunque fuera de la Denominación de Origen- también es tierra de blancos: «¿Por qué la moscatel de grano menudo? -se pregunta el enólogo-; porque los vinos tienen que tener autenticidad, la de una variedad propia minoritaria que aún podemos encontrar en los tradicionales corros casi centenarios de uva blanca de Rioja, y porque es capaz de aportar algo diferente, en este caso aromas afrutados de los más potentes del mundo».

La estadística es contundente. En diez años, Rioja ha pasado de cultivar 9.000 hectáreas de uva blanca a apenas 4.000, cuando el consumo mundial supera el 50%: «Nosotros plantamos blanco en pleno 'boom' de los tintos y creo que Rioja, aunque tarde, acierta al no despreciar este mercado», advirtió Raúl Acha.

La cata

El enólogo estructura la cata en tres bloques. El primero, para presentar tres de los vinos comerciales de la bodega, en todos los casos con moscatel como base y con unos paladares frescos y seductores que han encontrado en el público femenino gran aceptación. «No hacemos vinos para mujeres, pero sí intentemos que nuestros vinos sean sexys», aclara el enólogo.

El Dry Libalis 2008 se presenta en primicia, con la gran potencia aromática de la variedad dominante que despista incluso al encontrarse en boca con un vino seco, muy lejos del dulzor esperado.

El Libalis 2008 es su primo hermano, con uvas algo más maduradas y una parada brusca de fermentación. Hoy por hoy, es la bandera de la casa: «Afrutado, goloso y embocado», en palabras de Acha, y sorprendente por sus intensas notas cítricas y tropicales que, de nuevo, despistan para un vino largo y persistente en la boca.

El Libalis Rosé 2008 es otro guiño a la alegría, al desenfado y a la sensualidad del vino. Combina el moscatel con un 40% de syrah para un conjunto floral, de fresa y frambuesa. «Una gominola», sentencia el enólogo.

Un tinto

Acha presenta a continuación el único tinto de la cata, el Cuatro Pagos, QP 2004, un vino de Maetierra Dominum de San Vicente (DOC Rioja). «Hacemos tintos en varias zonas de España y la Sonsierra es privilegiada», indica. El QP reúne tres terruños de tempranillo junto a la Sierra de Cantabria y un cuarto de La Rioja Baja, que aporta la garnacha y el graciano. «Es un vino moderno, pero elegante, muy equilibrado». Un tinto sin excesos, pero sí profundidad.

El broche final es otro blanco, el Melante 2008, 100% moscatel de grano menudo. El Melante es de vendimia tardía y baja producción y, de nuevo, toda una sensación aromática de fruta y frescura, al mismo tiempo que dulce, aunque lejos de ser empalagoso o pesado. Una nueva muestra de que los vinos blancos también pueden ser jóvenes, primaverales e, incluso, sexys.

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