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Vista de los chorros de vapor de agua de la luna de Saturno. /AP
Los secretos de Saturno
SOCIEDAD

Los secretos de Saturno

Investigadores de la NASA confirman la presencia de mares de agua líquida bajo la superficie de Encelado

J.M.NIEVES

Jueves, 27 de noviembre 2008, 13:47

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Uno de los descubrimientos más espectaculares de la sonda Cassini fue un misterioso y enorme «surtidor» de vapor de agua y partículas de hielo cerca del polo sur de Encelado, la sexta luna de Saturno. Los datos enviados por la nave de la NASA a su paso por el planeta gigante en el año 2005 permitían suponer la existencia de agua en estado líquido a poca profundidad bajo la superficie helada del satélite, una luna de 500 kilómetros de diámetro descubierta por el astrónomo alemán William Herschel el mismo año que estalló la Revolución Francesa (1789).

Pero eso era sólo una suposición. Desde ese mismo momento, probar la presencia de masas de agua en Encelado se convirtió en objetivo prioritario. No era para menos. El agua en estado líquido es, en efecto, el requisito fundamental que debe tener un mundo para que en él se desarrolle la vida.

En busca del agua

Los científicos fueron estrechando el círculo alrededor del agua de Encelado, la luna de Saturno. Primero fue un grupo alemán, cuyo modelo matemático demostró que era posible la coexistencia del agua en sus tres estados (tanto el líquido, como el sólido y gaseoso) en el mismo lugar y en el mismo momento.

Ese lugar era el fondo de las grietas heladas de las que manaban los surtidores.

Más tarde, fue la propia sonda Cassini, en una maniobra que la NASA no dudó en calificar de «gesta de precisión interplanetaria», la que consiguió, en agosto de este año, enfocar sus cámaras justo en el punto donde se originan los misteriosos géiseres de Encelado. La nave tuvo que obtener las imágenes durante una rápida «pasada» de la sonda por la pequeña luna, a 64.000 km por hora y a sólo a 30 km de altura. Un desafío parecido al de conseguir una buena foto de un cartel de carretera con un teleobjetivo desde la ventanilla de un coche lanzado a toda velocidad.

Y ahora, otro grupo de astrónomos del Jet Propulsion Laboratory de la NASA, liderado por Candice Hansen, acaba de calcular la intensidad y la magnitud de esos chorros de vapor, basándose precisamente en las citadas imágenes de la Cassini.

Y su conclusión es que, para producirlos, es necesario que bajo la capa de hielo que cubre Encelado haya una gran cantidad (más del doble de lo que se pensaba) de agua en estado líquido.

La presión del agua es lo que impulsa a los surtidores a velocidades supersónicas a través de las grietas, que actúan como si fueran mangueras. El estudio se publica hoy en la revista científica Nature.

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