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VANESSA RUIZ LOGROÑO
Jueves, 27 de noviembre 2008, 13:06
La localidad de Anguiano, en el valle del río Najerilla, ofrece numerosos atractivos. Quizás lo más conocido sea su fiesta de los danzadores, que atrae cada año a miles de turistas. O puede que algunos otros lo conozcan por la fiesta de la alubia roja, celebrada el fin de semana pasado y que también atrae a numerosos visitantes. Pero además de sus peculiaridades etnográficas y gastronómicas esta pintoresca villa está situada en un medio natural privilegiado. Las peñas y cortados rocosos caracterizan parte del paisaje de la zona, peñas de Tobía, Peña Reló, Cerro Peñalba, el barranco de Rigüelo o el Alto de San Quiles, prados de montaña y parajes de variada y abrupta vegetación como entre los que destaca el hayedo, encinares y robledales.
Los montes de Anguiano esconden tesoros naturales de gran valor, buen ejemplo de ello son los tres árboles declarados singulares en el , aprobado en el año 2006, y que sitúa al municipio como uno de los que cuenta con mayor número de ejemplares declarados. Hace unas semanas ya hablamos en esta misma página del Tejo ubicado en el área de Río Frío, así que hoy le toca el turno al Castaño de Nisia, un precioso ejemplar de .
Itinerario
Para llegar a él saldremos de la plaza de Anguiano y nos dirigimos al barrio de Cuevas, para lo que tendremos que atravesar el puente de la Madre de Dios que cruza el profundo tajo del río Najerilla. Disfrutaremos de las vistas con el fondo del valle a un lado y en el lateral los riscos.
Tomamos la calle de arriba, que discurre bajo la iglesia de San Pedro. Poco a poco vamos dejando las casas atrás y llegamos a una zona de corrales y pajares semiabandonados. La calle asfaltada termina y tendremos que continuar ahora por un sendero bastante marcado que asciende con cierta pendiente. El barranco quedará a nuestra izquierda y, a la derecha, la ladera de la montaña. Un buen punto de referencia para no perdernos será alcanzar una chopera que queda al fondo del barranco.
Justo cuando la senda finaliza, a la izquierda, veremos una pequeña finca de nogales rodeada de un murete de piedra y a la cual deberemos acceder en dirección al río. A unos pocos metros se alzará ante nosotros, solitario e imponente el Castaño de la Nisia, Sin duda, el abuelo de este paraje en el que las encinas dominan el monte.
El Castaño de la Nisia se encuentra a aproximadamente 2 kilómetros del barrio de Cuevas, este ejemplar, situado junto a un arroyo, llama la atención por su gran tamaño, unos 17 metros de altura y un perímetro de tronco de 6,30 metros.
Cerca del lugar hay un pastor al que pregunto por el origen de este árbol, «¿y este castaño lo plantó la Nisia?», «¡qué va!» comenta el anciano, «este árbol igual ha tenido más de cien propietarios porque está en monte comunal». «Pero entonces, ¿por qué se le llama el Castaño de la Nisia?», insisto, con la pretensión de conocer su historia, «porque la Nisia era una señora muy cotorra que tenía la costumbre de recoger aquí castañas y decía que su castaño era el mejor», sentencia el lugareño. Y con estas explicaciones, y un par de castañas en el bolsillo para retomar fuerzas damos la vuelta por donde hemos venido.
La localidad de Anguiano tiene un famoso dicho que bien ilustra la fisonomía y carácter de sus gentes y que dice así, «Anguiano, tres barrios, tres puentes y tres tipos de gentes», a esta frase popular bien podrían añadir sus tres joyas arbóreas: el Castaño de la Nisia, el Haya torcida y el Tejo milenario.
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