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Hamilton se pasea por los tinglados del puerto./ AP
A toda mecha por Valencia
FÓRMULA UNO GP DE EUROPA

A toda mecha por Valencia

La F1 llega al trazado levantino, urbano y reciclable, cuya novedad sorprende a los pilotos

J.C.CARABIAS

Viernes, 22 de agosto 2008, 11:16

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El personal acreditado degusta helados de chocolate y té gélido en un cálida terraza con vistas a los yates, las colosales barcazas de Vijay Mallya y Flavio Briatore que monopolizan la visión en el puerto de Valencia. La ciudad mediterránea ha mudado la piel: en el costado que da al mar se alza un circuito de Fórmula 1 que penetra como un cuchillo por sus calles, sus plazas y su Ciudad de la Ciencias y las Artes.

La historia arrancó hace más de un año. Un madrugón de Bernie Ecclestone, de ruta mañanera por Valencia para comprar las naranjas más jugosas del día en el Mercado Central, desembocó en una de las mayores obras de ingeniería en España. El supremo de la Fórmula 1 se quedó encandilado por el estilo mediterráneo, ese alucinante trajín en la plaza de abastos de la capital del Turia en la que ya lucía el sol, y su atuendo siempre formal, inglés, flemático, exigía manga corta pese a que aún no había llegado el verano. «En Inglaterra nunca me hubiera levantado a las siete de la mañana para ir al mercado», declaró Bernie.

Ahí nació la primera carrera urbana de Fórmula 1 en España. Ecclestone no da puntadas sin hilo y aquella mañana juntó todas las prioridades. Vio el sol, los pantalanes de la Copa América, el lujo de los barcos allí atracados, la cercanía de la Ciudad de las Artes y las Ciencias diseñada por Calatrava, y decidió que si Valencia quería un prueba del Mundial debía reconstruir esa parte de la ciudad y olvidarse del circuito de Cheste, distante 20 kilómetros del centro.

Fue ese poder de seducción y, por supuesto tratándose de Bernie Ecclestone, el dólar. Hace dos años el gran gurú advirtió que ningún país debería albergar dos grandes premios en la misma campaña. Japón (Fuji y Suzuka) y Alemania (Nurburgring y Hockenheim) se plegaron a sus exigencias y alternan escenario cada temporada. España, que vive en la ola del boom Alonso, tiene dos. Las gentes de la F1 aseguran que 26 millones de euros tienen la culpa. Es la tarifa Ecclestone, el pago que debe asumir el gobierno valenciano por recibir a la F 1. «Desde niño, me enseñaron que un caballero jamás debe hablar sobre qué fue lo que hizo la noche anterior o cuanto dinero gastó», confesó Ecclestone cuando en su última visita a Valencia se le preguntó por la cifra.

Al concurso que promovió el Ayuntamiento se presentaron diez candidatos y la designación final recayó en el tipo que construyó el circuito de Jerez en 1984 y el estadio Olímpico de Sevilla. José Luis Manzanares, un sevillano ingeniero de caminos, cuya empresa está instalada frente al Santiago Bernabéu en Madrid.

Ecclestone cuenta con un diseñador de cámara, el austriaco Hermann Tilke, que ha ideado la naturaleza de los últimos circuitos que se han incorporado a la Fórmula 1, el de Estambul en Turquía, el de Sakhir en Bahrein, el de Shanghai en China... Y también propuso que Tilke tomase el mando en Valencia. Sin embargo, tuvo que conformarse con que su socio ejerza labores de asesoramiento toda vez que la Generalitat y el Ayuntamiento no podían designar a dedo al constructor. Estirando las 24 horas del día, Manzanares realizó un proyecto de circuito en seis semanas. Y, escogido por el gobierno valenciano, acudió a pasar el último examen a la casa de Bernie Ecclestone, en el exclusivo barrio londinense de Chelsea, un ático con vistas a Hyde Park. El supremo levantó el pulgar y al ingeniero sevillano le recorrió un escalofrío. «Ese día sentí como si me hubiese tocado la lotería», cuenta.

Ritá Barberá, la alcadesa de Valencia, reclamó un circuito que no «dejase heridas urbanas», que no incordiase la convivencia vecinal una vez la carrera haya terminado. Así fue como el equipo de José Luis Manzanares organizó un trazado desmontable. «No podemos plantar el huevo y luego marcharnos -explica el ingeniero-. Las autoridades políticas no querían que se notase que allí hubo una carrera de F 1. Casi todos los elementos que se han utilizando son móviles. Sólo quedarán los frenazos en el asfalto»

Las tribunas de tubos prefabricados lucen ya en Valencia, también las pasarelas que comunican las instalaciones. Y lo mismo los boxes, ubicados en los tinglados de la Copa América de vela, y que serán desalojados después del gran pr-+emio con posibilidad para reutilizarse como espacio diáfano con utilidad todo el año para ferias, centros comerciales o restaurantes.

La pista dispone del último grito en lo relativo a pavimento, una especie de betún modificado que permite mayor adherencia y soporta el impacto horizontal de los monoplazas. Del circuito han desaparecido las alcantarillas, al contrario de lo que pasa en Mónaco. Allí se tapan mientras se disputa el gran premio.

Al mismo tiempo que la empresa organizadora -Valmor Sport- contrató a cuatro constructoras para acondicionar el trazado, hay otras dos encargadas de preparar la ciudad para el 'día después'. Un servicio de jardinería realiza una labor específica para mitigar el daño que sufrirán las zonas verdes de Valencia.

El circuito urbano pivota sobre tres ejes fundamentales: seguridad de los pilotos, integración con la ciudad y visibilidad de los espectadores. El trazado tiene 25 curvas y 10 escapatorias. Las calles son la pista y las plazas, las escapatorias. Los coches tardarán hoy en torno a 1:37 segundos en dar la vuelta a los 5.440 metros de asfalto, un detalle importante según cuenta el ingeniero jefe Manzanares: «No queríamos que la gente se aburriera esperando que pasen los monoplazas. Si tardan mucho, el público se dispersa. Es mejor mantenerlo en tensión».

En el tinglado 5 del puerto se han levantando los cimientos de un hospital con quirófano, obligatorio en todos los grandes premios de F 1. A su lado funciona ya un helipuerto, allí donde los invitados vips desembalarán el palmito. Ya sucede en Mónaco, donde funcionan empresas de alquiler de helicópteros con derecho a aparcar en el 'paddock' de la F1. Los vips, por cierto, también llevan la tarifa Ecclestone grapada a la solapa: 6.000 euros, si no se es una cara conocida o invitado especial de algún patrocinador, cuesta acceder al exclusivo recinto por donde caminan presurosos Alonso, Raikkonen o Hamilton.

Aunque la estrella arquitectónica es el puente giratorio que se eleva por encima de la dársena del puerto. Los bólidos pasarán por ese punto a 207 kilómetros por hora, mientras por debajo se permitirá el tráfico naval. Es la imagen que conserva en su cerebro de encantador de serpientes Bernie Ecclestone. Las cámaras de televisión enfocando a los coches, la pista, los barcos y el mar.

José Luis Manzanares planeó 24 circuitos diferentes después de someter las particularidades de frenadas, aceleraciones y trayectorias a un programa matemático. Una especie de simulador en el que los coches se estampan contra las barreras de protección cada vez que hay un error en la frenada o un exceso de velocidad en la curva. Gracias a ese soporte informático, los ingenieros consideran haber minimizado los riesgos de accidentes. Los pilotos odian los circuitos urbanos por la proximidad de las vallas y la ausencia de escapatorias.

La pista tiene una anchura máxima de quince metros y una mínima de doce. Y se calcula que los bólidos alcanzarán su máxima velocidad (323 kilómetros por hora) a la salida del puerto y en dirección a la Ciudad de las Artes.

El coste total de la obra es un motivo de refriega política: más de cien millones de euros para la oposición, y 52 millones para el gobierno valenciano.

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