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M. J. ALEGRE
Martes, 8 de abril 2008, 02:23
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Pintan bastos en la economía española y el frenazo se prolongará al menos durante cuatro a cinco trimestres. Los efectos de la crisis financiera internacional, la mayor vulnerabilidad de su sector inmobiliario, el elevado déficit exterior consecuencia de la expansión internacional y un «sorprendente» repunte de la inflación, junto a otros factores de imposible control nacional como la fortaleza del euro o la escalada del petróleo, configuran un panorama mucho más negativo de lo previsto, y el servicio de estudios del BBVA ha aplicado un drástico recorte a sus proyecciones.
Ahora piensa que el crecimiento económico de España estará este año entre el 1,7% y el 2,2%, el rango más bajo de las previsiones que estos días presentan instituciones públicas y privadas, e inferior en más de un punto a las estimaciones gubernamentales. La desaceleración no sólo será más intensa, sino que se prolongará en el 2009, porque el avance de la actividad se situará el próximo año entre el 0,8% y el 2,0%.Tras alcanzar el mínimo en la primera mitad de ese ejercicio, se iniciará posteriormente una «suave recuperación».
El servicio de estudios del BBVA opina, por otra parte, que las tensiones en energía y alimentos impulsarán la inflación en España hasta un intervalo del 3,6% al 3,8% este año, mientras que la moderación posterior llevará la tasa a niveles de una horquilla entre el 2,5% y el 2,9% en el 2009.
El superávit se extingue
José Luis Escrivá, economista jefe del servicio de estudios de la entidad bancaria, explicó que la ralentización pasará factura a las cuentas de las administraciones públicas, que todavía presentarán un superávit de tres décimas de PIB este año, pero que se teñirán de rojo en cuantía equivalente en 2009. En esa estimación se incluye la rebaja de 400 euros en la declaración del IRPF comprometida por el PSOE durante la campaña electoral.
Añadió que, incluso sin incrementar el nivel de deuda -36,2% del PIB, uno de los más bajos de la Unión Europea-, el Gobierno dispone del equivalente a un punto de Producto Interior Bruto -en números redondos, unos 10.000 millones de euros- para aplicar políticas compensatorias y de reactivación económica. «La inversión en infraestructuras bien orientadas y localizadas puede tener un efecto dinamizador considerable», apuntó.
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