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Un guerrillero maoísta vigila una zona montañosa en las inmediaciones del Himalaya nepalí. / ZIGOR ALDAMA
Nepal abraza la república federal
MUNDO

Nepal abraza la república federal

El Parlamento del reino asiático decide abolir la monarquía y abre la esperanza de alcanzar la paz La guerrilla maoísta, convertida ya en la segunda fuerza del país, logra una gran victoria política

ZIGOR ALDAMA Z. ALDAMA

Miércoles, 26 de diciembre 2007, 01:16

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El rey Gyanendra tiene los días contados en el trono. Nunca ha contado con el favor del pueblo nepalí y el domingo pasado el Parlamento provisional decidió despojarle de sus poderes como jefe del Estado, que ahora recaen en el primer ministro, y establecer un sistema de república federal tras las próximas elecciones generales. Este puede ser el punto final de una guerra civil que se ha cobrado más de 13.000 vidas en poco más de una década, y, sin duda, es el gran triunfo del Partido Maoísta, cuya guerrilla ha luchado contra la monarquía desde 1996. Nepal rompe así con más de dos siglos de un sistema en el que el rey se considera la reencarnación del mismísimo dios Vishnu.

«Es la victoria del pueblo», matiza Narayan Wagle, editor jefe de uno de los diarios más importantes del país, el 'Kantipur Daily'. «No sólo los maoístas odiaban al rey Gyanendra. Nadie lo quería después de que se lo relacionara directamente con la muerte de su antecesor, Birendra -oficialmente asesinado por su hijo en una masacre llevada a cabo en el palacio real durante un momento de locura- y menos todavía cuando decidió disolver el Parlamento».

Fue en febrero de 2005. Por sorpresa, el monarca decidió revocar la frágil democracia y sumir al país en un absolutismo propio de la Edad Media. Su avaricia rompió el saco, y, en abril del año pasado, una revolución pacífica sin precedentes propició el restablecimiento de la cámara y la firma de la paz entre el Gobierno y la guerrilla maoísta, que se ha convertido ya en la segunda fuerza política de Nepal.

El pasado domingo, el Gobierno y los maoístas llegaron a un acuerdo para modificar los artículos de la Constitución relativos al sistema del Estado. Una decisión que tendrá que ratificar la Asamblea Constitucional que se constituirá tras las elecciones generales del próximo año, pero que claramente se ejecutará dada la aplastante mayoría que la apoya. De esta forma, el Partido Maoísta cede en su empeño por convertir el país en una república popular al estilo de China y la alianza de los siete partidos que gobierna Nepal accede a establecer una república federal en vez de abogar por una monarquía nominal en la que el rey cumpla un papel meramente testimonial.

«Un largo proceso»

«Es la culminación de un largo proceso en el que se han tomado pequeños pasos, como la eliminación de la palabra 'real' de la denominación del Ejército y de la aerolínea de bandera, la conversión de un Estado hinduista a uno aconfesional o el hecho de que el Ejército sirva al pueblo de Nepal y no a su soberano», recuerda Wagle, uno de los periodistas que más ha trabajado por el cambio y por la paz.

Sin embargo, todavía muchas cosas pueden torcerse en el país del Himalaya. Conscientes del poder desestabilizador que posee un Gyanendra desesperado, el Parlamento blindó su decisión. «Si el rey obstaculiza la voluntad del pueblo, se puede ratificar de inmediato la decisión de convertir a Nepal en una república con una mayoría de dos tercios, sin esperar a las elecciones», explica Sushil Pyakurel, ex director de la Comisión Nacional para los Derechos Humanos, y uno de los muchos líderes políticos que tuvo que exiliarse tras el giro absolutista de Gyanendra. «La decisión no tiene marcha atrás», sentencia.

No obstante, como a muchos otros, a Pyakurel le hubiera gustado que la trascendente decisión de abolir la monarquía hubiera contado con la participación de los veintiséis millones de nepalíes, a través de un referéndum. «Así es como debería funcionar un país democrático. Ahora habrá que esperar a ver cuándo se celebran las elecciones», cuya fecha se ha pospuesto ya en dos ocasiones. Será la primera vez que los nepalíes votan en ocho años, y los resultados conformarán el futuro político del país, que todavía tiene que dar respuesta a la pobreza crónica y a las aspiraciones de las dos docenas de minorías étnicas que habitan Nepal. Nepal ha abierto las puertas a la paz, pero el camino que lleva hasta ella será largo. De momento, el Partido Maoísta ya ha anunciado que volverá a la arena política después de haberla abandonado hace tres meses, pero queda por delante el completo desarme y la reconversión de los guerrilleros en miembros de las Fuerzas Armadas, así como el desmantelamiento del Gobierno paralelo que este grupo mantiene en zonas remotas del centro y del oeste del país. Pero, el principal problema es actualmente la lucha armada de una docena de grupos guerrilleros que operan en las planicies de Nepal, la zona del país denominada 'Terai', y que pertenecen a diferentes grupos étnicos, sobre todo a la minoría 'madeshi', que busca una mayor representación política y un grado de autonomía especial que reconozca sus diferencias y les asegure beneficios sociales.

En cualquier caso, la principal preocupación de la población es la pobreza. La renta media ronda los 250 euros al año, y en zonas remotas todavía pervive el feudalismo. «Ninguna reforma democrática tendrá éxito si primero no se soluciona el problema de la pobreza y de las crecientes diferencias sociales», reconoce Suresh Chalise, consejero nacional del primer ministro. «Para ello es necesario modernizar la industria y actualizar las técnicas de labranza. No disponemos de mucha superficie aprovechable, así que tenemos que sacar el mayor rendimiento de ella para que los campesinos puedan vivir». Y del agua, uno de los recursos más preciados, que se disputa con India.

El turismo también se ve como una importante fuente de ingresos capaz de revitalizar las zonas rurales. El 'trekking' y los viajes alternativos tienen mucho gancho y benefician a las comunidades locales. Tanto, que el Gobierno debate la posibilidad de cambiar la política de visados para promocionar Nepal como un destino con mucho más que 'ochomiles'.

«La consecución de la paz sin duda traerá un boom económico», vaticina Narayan Wagle, editor jefe del 'Kantipur Daily'. Sin embargo, tal y como reconoce la ONU, habrá que esperar para ver si todo lo acordado se materializa. No sería la primera vez que la esperanza se convierte en papel mojado.

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