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Carlos III, en su primer discurso a la nación como rey de Inglaterra R. c.

Carlos III promete «honrar la memoria» de su madre y reinar con «lealtad y respeto»

El nuevo soberano pronuncia un primer discurso unificador y garante de la continuidad según el «ejemplo» de Isabel II

iñigo gurruchaga

Viernes, 9 de septiembre 2022

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Carlos III emuló a sus 73 años la promesa de servicio que su fallecida madre pronunció cuando cumplió 21, en su primer mensaje a la población tras suceder a la reina Isabel II como monarca. Prometió a los habitantes «del Reino Unido y de otros reinos y territorios, cualquiera que sean vuestras experiencias o creencias, que intentaré serviros con lealtad, respeto y amor, como he hecho toda mi vida».

El rey expresó su duelo por el fallecimiento de su madre, que fue «una inspiración y un ejemplo para mí y para toda mi familia». Recordó su discurso de 1947, que sus padres y asesores organizaron en Ciudad del Cabo. Fue un mensaje radiado para los territorios del entonces Imperio. Anotó el monarca «el sentimiento compartido de profundo agradecimiento por los 70 años en los que mi madre, la reina, sirvió a la gente de tantas naciones».

Singularizó su compromiso como gobernador de la Iglesia de Inglaterra y con los principios constitucionales del país, y puntualizó que no podrá dedicar tanto tiempo como en el pasado a las organizaciones benéficas y causas que le han identificado como un peculiar heredero de la corona; cuya reforma, para adelgazarla, tendrá como núcleo a los reyes, al heredero y a su familia.

Confirmó que su esposa, Camila, será reina consorte. Guillermo hereda los títulos escoceses y Catalina será princesa de Gales, título vacante desde la muerte de Diana. La pareja recibe los títulos habituales de los herederos y el Ducado de Cornualles, una gran hacienda de tierras, propiedades inmuebles y empresas que financian la vida del príncipe heredero y su familia.

La única mención a otros miembros de la familia fue a Enrique y a Meghan, a los que expresó su amor, «mientras siguen construyendo sus vidas en ultramar». El fallecimiento de la reina implica que, siguiendo los reglamentos, Archie y Lilibet, hijos de la pareja, pasan a ser príncipes, con el tratamiento de altezas reales. Se había achacado al racismo que no se los otorgaran antes.

La legitimidad de Carlos III como rey será confirmada hoy por el Consejo de Ascensión en el Palacio de St. James, cerca de Buckingham Palace y aún más próximo a la residencia de Carlos y Camila, en Clarence House. Por primera vez, la ceremonia será televisada desde el más antiguo palacio real en Londres.

Esa ceremonia estaba prevista para ayer, pero el programa de eventos hasta el funeral de Estado en la Abadía de Westminster y el entierro en el castillo de Windsor, cuya fecha aún no se ha confirmado, ha sido movido una jornada. El fallecimiento era catalogado como 'Día D' en el texto de la operación y los actos siguientes ocurrían en 'Día D +1', 'Día D+ 2', y así sucesivamente. Pero al ser tardío el anuncio de la muerte el jueves, ayer pasó a ser el 'Día D'.

Carlos y Camila recibieron el calor del pueblo a su llegada a Londres.
Carlos y Camila recibieron el calor del pueblo a su llegada a Londres. reuters

Un sacerdote de la Iglesia de Escocia que predica en la capilla de Braemar, pueblo vecino a Balmoral, fue invitado el fin de semana a la mansión real y afirma en 'The Times' que Isabel II estaba cuatro días antes de su fallecimiento como siempre la había conocido, con una excelente memoria y buen humor. No hay testimonios de empeoramiento. Pero los médicos encontraron a la reina, en la mañana del jueves, en un estado que llevó a movilizar a sus familiares más directos.

El entonces príncipe de Gales estaba con la duquesa de Cornualles en una de las mansiones escocesas que ha reconstruido, Dumfries, en el sudoeste del país. La princesa Ana tenía ese día un compromiso oficial en Escocia. Los otros hijos de la reina, Andrés y Eduardo, y sus nietos, Guillermo y Enrique, llegaron a Balmoral cuando ya había fallecido, a las 17.30, hora peninsular.

El luto de la familia real se extenderá hasta siete días después del funeral, que por primera vez en la historia de los monarcas británicos será en la Abadía de Westminster por deseo de la reina. En esa iglesia, referencia histórica en la expansión del cristianismo en Inglaterra, se celebró hace ahora un cuarto de siglo el funeral de Diana, en medio de un duelo popular que sorprendió a la monarca y al resto de la familia real.

Johnson, el sobrio

Si aquella muerte desencadenó un tumulto sentimental, el fallecimiento de Isabel II no ha provocado tantas aglomeraciones. El ex primer ministro, Boris Johnson -que dimitió el pasado julio porque los diputados se hartaron de los absurdos enredos que provocaba su desordenada conducta- reivindicó su talento en una memorable descripción, leída en la luctuosa Cámara de los Comunes, sobre los sentimientos que provoca el deceso de Isabel II y del impacto de su figura histórica.

Boris Johnson, durante su discurso de despedida en la Cámara de los Comunes.
Boris Johnson, durante su discurso de despedida en la Cámara de los Comunes. efe

Johnson confesó que hace unas semanas despidió en su despacho a un equipo de la televisión BBC que le entrevistaba sobre la reina. Se emitiría tras su muerte, por lo que el entonces primer ministro tenía que conjugar en pasado. Y no pudo hacerlo. «Millones de británicos sienten un súbito acceso de emoción inesperada y nos preguntamos por qué sentimos ese profundo, personal, casi familiar, sentimiento de pérdida», dijo.

Recordó que, en las encuestas, Isabel II es la persona que más aparece en los sueños de los británicos. Uno de los sueños más frecuentes de los hombres británicos es que salvan a la reina de una situación peligrosa. «Quizás porque siempre ha estado presente», afirmó Johnson. «O porque ahora estamos comprendiendo en su muerte la magnitud de todo lo que hizo por nosotros».

«Pensad en lo que le pedimos», reclamó Johnson a sus colegas diputados. Recordó que pidieron a una mujer de 25 años que se convirtiese «en una persona de tal confianza que sería la figura en las monedas y sellos, en cuyo nombre se administra la Justicia y se aprueban las leyes, a la que todos los miembros de las fuerzas armadas prometen morir en su nombre».

«Debía ser la figura de todo nuestro sistema, la piedra angular del vasto arco del Estado británico y de su sistema constitucional. Solo ella podía estar por encima de los intereses políticos o comerciales y encarnar con imparcialidad el verdadero concepto y esencia de la nación». Cerró su discurso señalando dos virtudes de «Isabel La Grande».

«La primera sería la paciencia y el sentido de la Historia, que le permitía entender que los problemas van y vienen y los desastres raramente son tan graves como parecen». La segunda sería su humildad. Johnson evocó el ajuar doméstico de la reina, conocido desde hace años por sus súbditos, porque el 'Mirror' infiltró a un periodista en el servicio de palacio y fotografió la mesa de desayuno de Isabel y Felipe con envases de tupperware y una radio barata.

La laborista Harriett Harman le siguió en el turno de palabra de la sesión memorial de la reina. Preside el comité que va a investigar si Johnson mintió al Parlamento sobre las fiestas en su residencia oficial durante la pandemia. Pero le felicitó por su gran discurso. La reina era, según Johnson, la creadora de la moderna monarquía constitucional. El Parlamento abrazó esa idea sobre el papel de la soberana, de cuyas conversaciones con otros no debe divulgarse nada.

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