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REGIÓN

Protegidos, sí; pero sobre el papel

Edificios y construcciones de interés cuentan con diferentes grados de protección, lo que no siempre es suficiente

JAVIER CAMPOS

Domingo, 8 de julio 2012, 02:31

Cuentan con ordenanzas especiales, el Plan General Municipal (PGM) les protege, pero, entre tanto texto legal, finalmente dependen de la sensibilidad de los técnicos y, en última instancia, de la voluntad de los políticos. Los edificios y construcciones de valor arquitectónico e histórico de Logroño se califican según su grado de interés en unas normas urbanísticas -del I al IV, con un V para edificios sin valor o interés especial situados en el Centro Histórico- tendentes a su conservación, consolidación, eliminación de añadidos y modificaciones inadecuadas y acondicionamiento para su correcta utilización. Sin embargo, en la práctica esto no siempre es así.

La capital de La Rioja cuenta con no pocos ejemplos en que los niveles de protección han caído víctimas de palas excavadoras y martillos neumáticos... y aquí no ha pasado nada. Casos como la negativa del Ayuntamiento al proyecto de hotel de lujo en el edificio de Correos de la plaza San Agustín -con grado de protección III y situado en un entorno dominado por el Palacio de Espartero y su grado I- han devuelto el debate a la calle; si bien, en este caso, no ha habido nada que lamentar. Correos, catalogado como uno de esos 'edificios en cualquier localización con constantes tipológicas o elementos arquitectónicos interesantes' no se toca..., al menos de momento. La pregunta, pese a todo, está ahí fuera: ¿Está lo suficientemente protegido nuestro patrimonio?

«El problema no es tanto de legislación, sino de actitud y en ello la sociedad tiene gran parte de culpa», responde Domingo García-Pozuelo, exdecano del Colegio Oficial de Arquitectos de La Rioja (COAR) y uno de los adalides del proteccionismo histórico-arquitectónico. García-Pozuelo, quien revisó durante la pasada legislatura los edificios históricos logroñeses con vistas a la actualización del catálogo de edificios protegidos dentro de la modificación del Plan General Municipal (PGM) 'aplazada' tras el cambio de Gobierno, entiende que Logroño no es distinta a cualquier ciudad de España en cuestión de patrimonio.

Lo que no quita para que, de ese mismo catálogo -que contempla más de un millar de referencias-, hayan desaparecido decenas de edificios en la última década... ¡incluso de grado de protección I, es decir, la máxima y reservada para edificios o construcciones de interés excepcional! A saber: el castillo y la torre de Logroño junto a los restos del puente de la ciudad, ambos en las obras de la calle San Gregorio, además de más de 1.000 piedras de Valbuena o más de 12 metros de muralla.

Y si ya hay casos de derribos en los máximos niveles de protección, estos se multiplican en los más 'permisivos' como los tres grados del nivel IV: edificios situados en tramos o áreas de interés que, como Los Gabrieles, por mucha conservación que se pretendiese, la declaración de ruina hizo saltar por los aires las normas urbanísticas, removiendo hasta los mismísimos cimientos del PGM.

Conservación... o no

Se autorizarán las actuaciones dirigidas predominantemente a la conservación general del edificio y a la de sus constantes tipológicas y elementos singulares destacados, de acuerdo; pero, según el concejal de Desarrollo Urbano, Pedro Sáez Rojo, no siempre es posible. «El derribo nunca es la opción prioritaria, pero en función de las condiciones hay casos en los que es la única posible... y ello pese al celo y la sensibilidad de los técnicos municipales que al final son quienes deciden», explica el edil, quien considera la normativa lo suficientemente protectora, aunque susceptible de mejoras, como en los casos de esos otros «elementos singulares» que no son edificios, ya de sobra reglados, y que podrían ser tenidos en cuenta en una futura ordenanza, tras escenas como la reciente desaparición del escaparate 'viejo' de El Nuevo Mundo.

«¿Más normas? Son útiles, necesarias y nacen con buena intención, con sus errores pero con notable espíritu conservacionista... Lamentablemente, y como en todo, hay caminos inescrutables que conducen por una serie de vericuetos legislativos que al final y por muchas vueltas que queramos darle dan al traste con el proteccionismo», asevera el exdecano del COAR recordando 'éxitos' como el conseguido en Tabacalera y 'fracasos' como el de la plaza de toros de La Manzanera, el Servicio Doméstico o incluso los antiguos Maristas.

Proteccionista o no -García-Pozuelo considera que no es ese el debate-, en la práctica, y con la ley en la mano, la demolición generalmente viene seguida de la reconstrucción, «pero nunca es como el original», puntualiza el arquitecto. Sin embargo, la ciudad, de momento, ha parecido conformarse. «Nadie duda que lo ideal es la rehabilitación y no el derribo, pero...», concluye Sáez Rojo.

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