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Ana con su madre y su hermana en Graz.
RIOJANOS EN EL MUNDO

En el país de las cuatro estaciones

Ana Sanz Mendoza. Una jarrera en Austria

CRISTINA VALDERRAMA

Martes, 29 de noviembre 2011, 01:36

Vivir una aventura fuera de España fue el reto que se planteó esta jarrera de 32 años hace ya seis años. Finalizada la carrera de Psicología, en noviembre del 2005 decidió coger las maletas y probar suerte en Austria. Hasta allí llegó para trabajar en un proyecto del Servicio de Voluntariado Europeo que terminó en un año. Pero Ana Sanz Mendoza decidió quedarse en Klagenfurt unos meses más.

En el 2007 cambiaría esta localidad por Graz, donde vive y trabaja en la actualidad. «No es tan turística como Salzburgo o Viena, pero está muy bien para vivir». Situada en la provincia de Estiria, fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1999 por su conservación y es la segunda ciudad más grande de Austria, con 250.000 habitantes. Para Ana, es «una ciudad manejable, bonita que tiene zonas verdes, río, universidad, museos, teatro y música».

En los seis años que lleva en aquel país, Ana ha vendido vino, ha trabajado en el museo de la armería de Graz y continúa dando clases de castellano. Pero con el tiempo ha conseguido trabajar en lo suyo y ahora es formadora de adultos en una empresa que desarrolla proyectos para gente desempleada financiados por el servicio de empleo y el Gobierno austriaco.

Esta jarrera asegura que la tasa de paro allí «no es muy alta, pero es mayor entre la gente no nacida en Austria». El tener que empezar de cero en otro país es algo que ella vivió en primera persona y con su experiencia puede ayudar a otros. «Se puede decir que esto es lo mío y es lo que me gusta», asegura.

Ana cuenta que un austriaco le dijo que «lo bueno que tiene Austria es que hay cuatro estaciones». Esta jarrera confiesa que el invierno es muy frío con mucha nieve, pero en primavera todo se llena de flores. En verano «lo mejor es acercarse a un lago», y en otoño «llegan los mercados de Navidad».

En este tiempo, se ha adaptado al modo de vida austriaco. Dice que la gente es amable, pero «hace falta tiempo para conocerles». Eso sí, ella ha conseguido adaptar a sus amigos a sus usos como «saludar con dos besos, aparecer por casa de los amigos sin avisar o salir a bailar».

De Haro echa de menos a su familia, que suele ir a visitarla, y a los amigos. «El vino y el chorizo me lo llevo puesto cuando paso por La Rioja». Aunque reconoce que «en la orilla del Danubio tienen blancos muy interesantes y en el sur hacen buen tinto, no son como los de La Rioja».

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