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REGIÓN

Cuando la vida te da la espalda

Las ejecuciones hipotecarias caen en el segundo trimestre en La Rioja pero los desahucios rozan su techo durante la crisis: 73 familias perdieron su vivienda

LUIS JAVIER RUIZ

Domingo, 30 de octubre 2011, 12:30

Dar la cara es complicado. Más aún cuando ya se han agotado las lágrimas; cuando dormir se ha convertido en una quimera; cuando buscar trabajo es una carrera de obstáculos; y cuando las únicas llamadas que se reciben son las del banco: a cualquier hora, cualquier día de la semana y con el mismo tono que macera suficiente agresividad y amenaza como para optar por apagar el móvil. Al final del túnel la única luz que se ve es la de la calle: un destino compartido si, finalmente, el desahucio se completa. «Vives en una incertidumbre total, al borde del precipicio», explica gráficamente Francisco, al que tres años en paro le convierten en carne de cañón de una ejecución hipotecaria.

Las estadísticas siempre son frías. Heladoras cuando lo que ocultan son dramas demasiado extendidos. Por eso, decir que durante el segundo trimestre del 2011 -últimos datos publicados- en los juzgados de La Rioja se han presentado 129 ejecuciones hipotecarias es algo casi, casi anécdotico. Detrás de esos 129 procesos, si el hogar medio está formado por cuatro personas, hay 500 personas, 500 vidas, 500 ilusiones que, o tienen un golpe de suerte, o acabarán, en unos 18 meses, con sus pertenencias en el portal de su casa.

Ese es el futuro que le espera a -digamos que es su nombre real- María dentro de 72 horas. A su cuenta atrás ya sólo le quedan tres pasos: hoy, mañana y pasado. La orden de desahucio es contundente: el día 2, a las 13 horas, deberá abandonar su piso de Logroño. Madre soltera con dos hijas, tras 10 años en alquiler y confiando en lograr una vivienda social, acabó comprando un modesto piso por 126.000 euros. Una letra cómoda que fue pagando hasta que llegó la crisis y, con ella, un despido y las dificultades. El banco ejecutó la hipoteca. «Me dijeron que si pagaba 16.000 euros la paralizaban así que busqué dinero y acabé en manos de una prestamista». Ese fue el principio del fin. Segunda ejecución imposible de paralizar, orden de desahucio y fecha de lanzamiento.

Ejecuciones hipotecarias

La crisis, según versiones, empezó en el 2007. Y a modo de cruel círculo vicioso lo primero que se perdió fue el trabajo, luego la prestación por desempleo, las ayudas sociales y, finalmente, el piso. Durante el 2007 los juzgados riojanos atendieron 154 ejecuciones hipotecarias, una cifra 'ridícula' si se analiza su evolución: trimestre a trimestre ha ido creciendo hasta tocar su techo entre enero y marzo del 2010 con 231 ejecuciones. Entre abril y junio de este año cayeron a uno de los niveles más bajos de los dos últimos años y medio con 129 procesos iniciados.

¿Cómo es el demandado en un procedimiento de este tipo? Buscar un perfil es imposible. La crisis no entiende ni de sexos ni de familias numerosas ni de lugar de nacimiento. La crisis sólo golpea y lo hace a familias concretas; a personas con nombre y apellidos. María, Francisco, N.D. y Yamina son un buen ejemplo. Cuatro historias diferentes con dos nexos de unión, los problemas para pagar su piso y una llamada a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) solicitando ayuda.

Las lágrimas hace tiempo que ya no brotan de los ojos de María. Tampoco lloran ya Yamina, N.D. y Francisco. Pero no duermen. Su situación es, dicen desde la PAH, como una enfermedad terminal. «Te dicen que vas a morir. Primero te rebelas, luego llega la frustración, la depresión y, finalmente, la aceptación, que es la pérdida de la dignidad», explica Irene Martínez.

El proceso completo puede durar hasta 18 meses. Por eso durante el segundo trimestre del 2011 el número de lanzamientos -eufemismo legal para referirse al desahucio- ha rozado su máximo histórico en La Rioja: 73 familias han recibido la orden de abandonar su vivienda, cerca de los 81 que hubo entre abril y junio del año 2010.

668 desahucios

Pero esa estadística no incluye todos los desahucios. Para ahorrar gastos e intereses (cantidades que pueden superar los 20.000 euros y, en los casos más gravosos, los 50.000) son habituales los acuerdos con el banco para abandonar la vivienda sin ingresar en unos datos judiciales que dicen que desde enero del año 2008 se han ordenado un total de 668 desahucios desde los tribunales. Oficialmente, casi cuatro cada semana; realmente, «muchos más», asegura la PAH.

Si la cuenta atrás de María está agonizando, la de Yamina y su familia comenzará en breve. Salieron de su Argelia natal para asentarse en Calahorra. El champiñón era una buena forma de ganarse la vida y así lo hacían ella, su hermana y su padre. Tres de los 9 miembros de la numerosa familia. 98.000 euros de préstamo a razón de unos 500 mensuales. Pero Yamina y su padre fueron despedidos hace más de un año y comer y pagar la hipoteca son ahora cosas incompatibles. «Destinamos lo que podemos a la hipoteca», asegura Yamina, «pero el banco no negocia». No negocia, pero presiona. «Nos dice que o pagamos o van a venir a sacarnos por la fuerza, que llamarán a la policía... Nos dicen que nos vayamos a nuestro país». Ahmed, el padre, no duerme; Yamina, no tiene hambre; Aicha, la madre, hace de tripas corazón. Todos saben que el piso en que viven ya es del banco y que más pronto que tarde se encontrarán en la calle. «Hemos perdido la casa de nuestro país y esta», lamentan. «¿A dónde vamos a ir ahora?». Esta semana recibirán la última documentación del proceso: la orden de lanzamiento.

El desahucio es un gravísimo problema. Pero ahí no acaba todo. El desahuciado se convierte en una especie de proscrito moderno. Lejos de desaparecer, la deuda con el banco crece exponencialmente: si nadie se queda en la subasta con el piso pasa al banco por el 60 por ciento del valor de tasación -inferior a la que se realizó antes de la compra y que habilitó el préstamo- con lo que el propietario seguirá debiendo ese 40 por ciento más costas, intereses y gastos. Así, en función del préstamo, de las cuotas abonadas y de esa segunda tasación, muchos desahuciados se quedan en la calle con una deuda que, en ocasiones supera el préstamo concedido inicialmente.

N.D. aún recuerda aquel momento en que le concedieron la hipoteca y «la ilusión cuando te dan el piso y empiezas a amueblarlo...». De eso ha pasado mucho tiempo... y una ruptura matrimonial. Pero las hipotecas no entienden de separaciones ni de divorcios. Dos firmas, responsabilidad solidaria. Con su hija, ella se quedó el piso y desde el 2006 mes a mes abona el 50 por ciento de la letra de la hipoteca. «El problema es que mi 'ex' paga cuando quiere y cuando le viene bien por lo que se van generando gastos, intereses de demora y al final el banco, como él no paga, viene a por mí porque tengo una nómina». Lidiar esa situación -demasiado habitual tras una ruptura- con un único sueldo, con dos bocas que mantener y sin recibir -o muy esporádicamente- la pensión de alimentos, es frustrante. «Me han llegado a bloquear todas las cuentas, recibes llamadas las 24 horas del día, les explico lo que pasa, me dicen que les da igual y me amenazan con la ejecución hipotecaria». Ella, al menos, tiene una familia que le respalda y que le puede ayudar: una compleja operación de arquitectura financiera pergeñada en el salón de su casa le permitirá salir adelante.

Pero Francisco sólo tiene a su hermano, con quien firmó la hipoteca de su piso en Albelda. 90.000 euros en el 2002, un empleo fijo bien remunerado en la construcción y 600 euros de letra. En la lista del INEM desde el 2008, una renegociación con el banco le permitió reducir su letra, pero la profundidad de la crisis le mantiene apartado del mundo laboral. «Veo -dice- que no tengo salida y en el banco me han ofrecido la dación en pago, pero ¿dónde voy a meterme si no tengo nada más que mi casa?».

Esa misma pregunta es la que se han hecho desde el 2007 muchas familias riojanas. Demasiadas. Ese circulo vicioso del que parece imposible salir ha acabado con 2.133 familias en el juzgado intentando conservar su vivienda. Pero como esa enfermedad terminal de la que hablan los miembros de la PAH, el desahucio es inevitable para muchos. Es su particular muerte en vida.

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