Un triunfo con fecha de caducidad
La Plataforma de Afectados por la Hipoteca frena el desahucio de una familia en Santo Domingo
LUIS JAVIER RUIZ ,
Viernes, 28 de octubre 2011, 09:32
A Seydou Tangara ya no se le ilumina el rostro. Tiene la mirada perdida. Cambia de cadena en la televisión como un autómata, sin prestar atención, sin ni siquiera ver si le interesa la programación. Sobre él, ajeno a la dura vida de un inmigrante maliense en Santo Domingo de la Calzada, descansan los 16 meses de su hijo pequeño. Sólo cuando le mira, cuando se le pregunta por la edad, su mirada recupera algo de brillo.
A sus 44 años Seydou sabe que tarde o temprano tendrá que dejar su vivienda. De hecho todo estaba preparado para que durante la mañana de hoy la policía llegara a su domicilio y le conminara a salir con lo poco que pudieran llevar encima. Él, su mujer, su hijo de 18 años y el pequeño calceatense, el último en incorporarse a la familia.
La cuenta atrás se paró el miércoles. Apenas 48 horas antes. Con un castellano menos fluido de lo imprescindible, con nulos conocimientos legales y con demasiado tiempo invertido en buscar un trabajo que se le niega desde hace dos años, los 18 meses que han pasado desde que el banco le reclamó los pagos sólo han servido para acumular notificaciones sin saber qué hacer con ellas. La última le decía que el propietario de la vivienda que compró en el 2006 era el banco y que debía marcharse hoy a las 13 horas.
Ayuda municipal
Pero Seydou seguirá durmiendo en casa de momento. El Ayuntamiento de Santo Domingo de la Calzada se puso en contacto con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) en busca de una solución. Con la cuenta atrás ya iniciada, los miembros de la PAH se reunieron con el Consistorio de Santo Domingo, con los responsables de Asuntos Sociales, con la trabajadora social...
El primer objetivo era localizar un techo en el que los cuatro miembros de la familia pudieran dormir.... pero no hizo falta. Sin abogado durante todos los trámites previos, los miembros de la PAH solicitaron un letrado de oficio para que pudiera recurrir y consiguieron, finalmente, paralizar el inminente desalojo. Su primer gran triunfo... aunque tenga fecha de caducidad.
Seydou sigue cambiando de canal. Su mujer, en una silla, se oculta bajo sus brazos confiando en que al levantar la mirada el escenario sea diferente. Apenas habla.
Desde 1998 lo único que ha hecho Seydou ha sido trabajar: Malí, Toledo, Vitoria, Santo Domingo de la Calzada. Demasiados años pagando un alquiler. '¡Cómprate algo. Tienes trabajo fijo!', le dijeron. Y compró: «Fue en el 2006, justo antes de que comenzara la crisis», recuerda. «El piso nos costó 120.000 euros y pagaba unos 700 euros al mes». Esa rutina, la de pagar, se rompió con la crisis. En el 2009 la empresa en la que trabajaba decidió prescindir de sus servicios. «Sin trabajo no hay ingresos y no puedo pagar. Yo quiero vivir aquí, quiero trabajar. He buscado por todo el país, pero es imposible. Esto es muy duro, no lloras, pero no duermes, no tienes hambre, sólo sacas fuerza por tus hijos. No sé qué va a pasar».
Sin reproches -o al menos sin querer hacerlos públicos- Seydou es agradecido: «Servicios Sociales se han portado bien, los vecinos también y eso que no puedo pagar la comunidad... El banco y el Ayuntamiento, ¿qué pueden hacer?». ¿Y volver a Malí? Seydou levanta la cabeza: «No». Sería la última opción, el último recurso, la particular puntilla a la unidad familiar.
Desde la PAH apuntan que la paralización del desahucio permitirá a la familia vivir entre 3 y 6 meses más en su domicilio. Tiempo suficiente para encontrar un trabajo, una vivienda o que el Ayuntamiento incorpore a su patrimonio un piso para emergencias sociales. Pero Seydou apenas habla del futuro: «Quizá un alquiler...», barrunta. El caso de Seydou tendrá hoy un nuevo episodio. Con el procurador del banco, con miembros de la PAH y con responsables judiciales fijarán una nueva fecha de desahucio.
Seydou sigue cambiando de canal; su mujer, sobre la mesa; el pequeño, durmiendo. Por no tener, no tiene ni fuerzas para acompañar a la puerta a sus visitas.