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Unos hábitos alimenticios saludables (reduciendo el consumo de grasas, azúcares y alcohol) y la práctica de ejercicio de forma moderada son las mejores medidas preventivas para esta patología.
El hígado graso empeora tras los excesos del verano

El hígado graso empeora tras los excesos del verano

El mayor consumo de alcohol, de alimentos con grasas y la vida sedentaria son algunas de las causas

redacción

Viernes, 4 de septiembre 2015, 11:09

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Se llama hígado graso o Enfermedad por Hígado Graso no Alcohólico a una patología que se caracteriza por la presencia de depósitos grasos en las células del hígado, llamadas hepatocitos. Si éstos son de gran tamaño o están diseminados por todo el órgano pueden llegar a dificultar su funcionamiento.

Esta enfermedad empeora en épocas en las que se comenten más excesos alimenticios y se ingieren mayores niveles de alcohol, como suele ser el verano. «Es una patología que en sus primeras fases no presenta ningún tipo de síntoma, por lo que los pacientes alteran su ritmo de comida, bebida y ejercicio habitual sin ser conscientes de que si padecen hígado graso, la enfermedad puede empeorar», asegura el hepatólogo y fundador del Centro Médico-Quirúrgico de Enfermedades Digestivas (CMED), el doctor Gonzalo Guerra Flecha.

Al no presentar síntomas en un principio, el diagnóstico se suele producir por hallazgos fortuitos, como las transaminasas muy altas en una analítica de rutina o en la realización de una ecografía abdominal. «El problema es que es una enfermedad cuyo porcentaje probablemente vaya aumentando en el futuro, al igual que ocurre con la obesidad y la diabetes tipo II, enfermedades con las que está íntimamente relacionado», afirma el doctor Guerra Flecha.

De hecho, según la Sociedad Española de Patología Digestiva, el 90% de los pacientes con Hígado Graso No Alcohólico son obesos, el 75% tienen diabetes tipo II (la que se presenta en la edad adulta) y hasta un 30% tienen niveles altos de colesterol o de triglicéridos. Este hecho hace, que las posibilidades de padecer enfermedades cardiovasculares también sean superiores en estos pacientes.

Estatohepatitis No Alcohólica

El Hígado Graso No Alcohólico no es una enfermedad grave si es detectada en sus primeras fases, cuando no hay grandes acúmulos grasos, ni el hígado presenta inflamación ni cicatrices. «Si existe inflamación o cicatrización, hablamos ya de Estatohepatitis No Alcohólica. Al no presentar sintomatología, el diagnóstico requiere de una prueba de imagen (ecografía, TAC o Resonancia Magnética), de una biopsia hepática. Una vez obtenido el diagnóstico definitivo, estamos en condiciones de pautar tanto el tratamiento como el seguimiento de ambas enfermedades», explica el hepatólogo de CMED.

Lo más habitual es que los pacientes con Hígado Graso No Alcohólico no avancen en su enfermedad, aunque pueden existir periodos en los que la grasa acumulada en los hepatocitos sea superior a otros, como puede ser la época estival o las navidades. Un diagnóstico precoz y un tratamiento adecuado consiguen que los niveles de grasa vuelvan a estabilizarse.

Tratamiento del hígado graso

En la actualidad no existe ningún tratamiento farmacológico que haya demostrado su efectividad para tratar esta patología del hígado. El único tratamiento con evidencias científicas consistentes es la pérdida de peso. Se ha demostrado que disminuciones de entre el 5-10% de peso corporal de forma progresiva mejoran los niveles de transaminasas y función hepática.

«Esta pérdida de peso debe ser controlada por un especialista que le prescriba una dieta adecuada para su estado de salud. También es primordial el ejercicio físico, ya que ayuda al hígado a metabolizar su propia grasa. En el caso de pacientes con diabetes tipo II o altos niveles de colesterol y triglicéridos, la medicación para tratar estas enfermedades también provocará una mejora en la enfermedad hepática. Si es necesario y el paciente puede tomarlo, pequeñas dosis de extracto de cardo mariano con 80 microgramos de vitamina E también ayuda a ir eliminando la grasa del hígado», afirma el doctor Guerra Flecha.

Unos hábitos alimenticios saludables (reduciendo el consumo de grasas, azúcares y alcohol) y la práctica de ejercicio de forma moderada son las mejores medidas preventivas de esta patología en constante ascenso.

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