El deporte como aliado contra la diabetes

Dentro de este grupo de enfermedades, conviene diferenciar entre las dos más comunes: la Diabetes mellitus tipo 1 y la 2. La tipo 1 es aquella en la que el paciente necesita desde el principio de la insulina, porque su páncreas o no la produce o produce poca la padecen menos del 10% de los afectados.

La tipo 2 se desarrolla lentamente con el tiempo y está asociada al sobrepeso, la obesidad, el sedentarismo y las personas mayores de edad. Esta presenta ya características epidémicas por la gran cantidad de personas que la sufren.

En España, los últimos datos del estudio Di@bet.es calcula que el 13,8 % de la población la padece, cifra que va en aumento debido al estilo de vida que llevamos. Es justo en este tipo en el que el deporte y la actividad física juegan un papel «fundamental, casi tan importante como el de la insulina, ya que tienen un efecto claro y muy directo en la glucemia (azúcar en sangre), lo que no sucede en los pacientes con Diabetes tipo 1», explica Serafín Murillo, asesor en Nutrición de la Fundación para la Diabetes y dietista-nutricionista e investigador en la Unidad de Diabetes y Ejercicio del CIBERDEM (Centro de Investigación Biomédica en Red de Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas).

Esto no quiere decir que los pacientes con diabetes tipo 1 no obtengan beneficios del deporte, sino que no siempre ayuda a controlar la glucemia. «Eso sí, en estos casos el paciente que hace ejercicio debe regular muy bien la insulina que se inyecta y conseguir un equilibrio entre ella, el ejercicio y la alimentación», matiza Murillo.

En resumen, en estos pacientes el control de ese triángulo es fundamental y debe de tener todo muy medido. Así, si sale a correr no puede beber toda la bebida isotónica que desee según la sed que tenga, sino que deberá adecuarla de modo que no se rompa ese equilibrio.

Por supuesto, además de los beneficios mencionados, los diabéticos también se aprovechan de todos los efectos positivos de la práctica deportiva: mantener el peso ideal, mejora del estado cardiovascular y prevención de enfermedades relacionadas, ayuda a mantener el colesterol a raya, aumenta el tono muscular, previene la osteoporosis, combate el estreñimiento por no hablar de que favorece la relajación.

Manejo de la insulina

«El ejercicio físico aumenta la eficacia de la insulina, que es la hormona que hace disminuir el azúcar de la sangre», afirma el experto del CIBERDEM. Este efecto se mantiene también las horas posteriores a la práctica deportiva, con lo que el día que se hace más es posible que se tenga que reducir un poco la insulina que se inyecta o tomar más cantidad de hidratos de carbono para que se mantenga el nivel estable. «Uno de los problemas principales que tiene la diabetes es que si no se hacen estos cambios el azúcar en sangre va bajando hasta producir una hipoglucemia».

Tradicionalmente, y con la premisa de que el ejercicio hace que la insulina inyectada sea absorbida más rápidamente, se aconsejaba evitar ponerse la inyección en los lugares que se vayan a ejercitar (por ejemplo, en el muslo si se va a jugar al fútbol), pero, excepto en pacientes más sensibles, con las insulinas más nuevas que han salido al mercado en la última década esto ya no es necesario. Lo que no sólo es necesario, sino obligatorio en todos los pacientes, es practicar ejercicio físico como debería hacer todo el mundo.