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Jueves, 27 de noviembre 2014, 15:07
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La alergia es un problema de salud pública de proporciones pandémicas que afecta a más de 150 millones de personas en toda Europa, según la Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica (EAACI), que asegura que la proporción aumentará en una década hasta afectar a la mitad de los europeos. En España, la rinitis y el asma representan los dos primeros motivos de demanda de asistencia en las consultas de alergia, representando de forma combinada más del 80% de los motivos de visita al alergólogo, según datos del estudio epidemiológico Alergológica 2005. Para concienciar a la población y ayudarlas a tomar medidas, se ha lanzado la campaña Beware of Allergy, con el objetivo de prevenirla, lograr el diagnóstico precoz y el manejo adecuado.
La primera fase de la campaña, que se hará entre octubre y febrero se centrará en el asma. Esta patología afecta al 20% de los europeos y supone un coste anual de 25.000 millones de euros, una cifra que puede controlarse junto a la propia enfermedad. Además, repercute notablemente en el rendimiento escolar y laboral de las personas que la sufren. La prevalencia y el impacto del asma están incrementándose de manera notable en las regiones urbanizadas, en relación con cambios ambientales y del estilo de vida. Además, de continuar con el crecimiento poblacional, en 2025 el número de personas con asma aumentará en 100 millones. Así, será la enfermedad crónica más prevalente de la infancia y supondrá una de las principales causas de los costes sanitarios, señala la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC).
Hay una gran relación entre asma y alergia, pues la alergia influye en el asma de dos maneras: como desencadenante agudo actúa cuando una persona entra en contacto con el alérgeno, y en cuestión de poco tiempo presenta una crisis brusca de asma; como causante de inflamación crónica, el contacto con pequeñas cantidades de alérgeno va produciendo una inflamación interna de los bronquios. Esa inflamación puede pasar desapercibida, pero hace que los bronquios sean más sensibles a todos los estímulos (infecciones, ejercicio, aire frío, tabaco, etc.) que actúan como desencadenantes.
Así, es necesaria la identificación del alérgeno causante del asma facilita medidas terapéuticas eficaces como la evitación de dicho agente o el empleo de inmunoterapia en los casos en los que esté indicada. Está demostrado que las vacunas son capaces de modular la respuesta alérgica y mejorar los síntomas respiratorios de estos pacientes. Estos aspectos del tratamiento deben completarse con fármacos (en su mayoría administrados por vía inhalatoria) para conseguir un control de la enfermedad que en la mayoría de los pacientes puede ser óptimo y permitir que el paciente asmático desarrolle sus actividades sin limitación, concluye la SEAIC.
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