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Una deshidratación moderada –de tan sólo el 2%-, está asociada a cambios en la permeabilidad en la barrera hematoencefálica.
Una hidratación inadecuada afecta al cerebro y al corazón

Una hidratación inadecuada afecta al cerebro y al corazón

A la par que se ven afectadas las capacidades de concentración y alerta, se produce un incremento de la fatiga, el cansancio y la somnolencia y se puede llegar a comprometer las funciones cardiovasculares

Redacción

Lunes, 29 de septiembre 2014, 09:50

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Una hidratación inadecuada, aunque sea leve, puede alterar la función cerebral en adultos jóvenes, así como el proceso cognitivo. Esto indica que la hidratación inadecuada no sólo puede afectar negativamente a poblaciones más vulnerables, como ancianos o niños. Además, una hidratación adecada es fundamental en todos los estadios de la vida para mantener las funciones físicas y cognitivas apropiadas.

Éstas han sido algunas de las conclusiones del Symposium centrado en hidratación que se ha celebrado en el marco del XXXVII Congreso de la Sociedad Española de Ciencias Fisiológicas (SECF), en Granada.

Y es que «una deshidratación moderada de tan sólo el 2%-, está asociada a cambios en la permeabilidad en la barrera hematoencefálica, lo que hace disminuir el flujo sanguíneo en algunas áreas cerebrales. Si el nivel de hidratación inadecuada en adultos jóvenes se incrementa, se ven afectadas las capacidades de concentración y alerta, y se produce un incremento de la fatiga, el cansancio y la somnolencia», explica la doctora Ana Adán, del Departamento de Psiquiatría y Psicobiología de la Universidad de Barcelona.

De este modo, en estudios realizados recientemente, se ha podido mostrar a través de técnicas de imagen como la resonancia magnética, que los adultos jóvenes sanos pero con síntomas de deshidratación necesitan una mayor actividad neuronal para llevar a cabo funciones como la percepción espacial y visual.

También niveles inadecuados de hidratación disminuyen la capacidad física y mental para realizar actividades físicas, y pueden incluso llegar a comprometer las funciones cardiovasculares y aquellas que regulan la temperatura corporal, incrementando el riesgo de provocar enfermedades relacionadas con el calor.

«Considerando la importancia del agua y los líquidos en las funciones fisiológicas, no es de extrañar que desempeñen un papel fundamental durante la actividad física. Durante el ejercicio, el cuerpo secreta sudor, una solución diluida de agua e iones», apunta la doctora Pilar Sánchez Collado, del Departamento de Ciencias Biomédicas de la Universidad de León. «Por lo tanto, el líquido que se ingiera después del ejercicio debe ser semejante al perdido a través del sudor», agrega.

Cómo reponer el agua perdida

Es de vital importancia mantener unos niveles de ingesta de líquidos adecuados, sobre todo cuando se realiza algún tipo de actividad física o deporte. «De la misma forma que realizamos sesiones de entrenamiento cuando vamos a realizar un ejercicio físico prolongado, debemos utilizar estas sesiones para entrenar a nuestro organismo a estar correctamente hidratado para tener una adecuada reposición de fluidos», explica la doctora Raquel Blasco, de la Unidad de Medicina Interna del Centro Regional de Medicina Deportiva de la Junta de Castilla y León.

«Es importante beber el líquido en pequeñas cantidades que se puedan vaciar correctamente desde el estómago y ser absorbidas por los intestinos», indica la doctora Blasco.

«Para evitar las molestias digestivas provocadas por la ralentización del vaciamiento gástrico que se produce al hacer ejercicio físico, es importante empezar a beber desde el primer momento en que se comienza a entrenar. Igual de elemental es la composición de la bebida que se ingiera, que debe suministrar líquidos, carbohidratos y electrolitos en suficiente cantidad y velocidad para que se pueda mejorar el rendimiento deportivo», agrega la experta.

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