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¿Son juguetes los láseres?

Javier Burguete

Martes, 22 de julio 2014, 12:21

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Es la fiesta grande de cualquier ciudad española. Iker está paseando con su familia esperando para ver los fuegos artificiales. Tiene 9 años. Está alucinado viendo los láseres circular por las fachadas de los edificios. Le hacen pensar en las películas de superhéroes e imagina lo divertido que tiene que ser jugar con uno, como los otros niños que ya los tienen. Cuando ve pasar un vendedor ambulante que los exhibe, empieza a pedirlo insistentemente a sus padres. Estos ceden, al fin y al cabo no es mucho más caro (regateando se consigue por 10 euros) que un sombrero o unas gafas con bigote. Empieza a jugar con él y por curiosidad lo redirige hacia su ojo y llega la tragedia: ¡Mamá no veo, hay una mancha violeta! Diagnóstico: lesión en la retina. Podría haberle ocurrido a Macarena, o a Jaume, o a María, son muchos los niños que he visto jugando con láseres.

¿Qué ha pasado? ¿No eran unos juguetes para niños? No, los láseres que se venden en las fiestas de pueblos y ciudades no son juguetes. Después de obtener uno, la medida en el laboratorio arrojó una potencia de 125 mW, que por el poco tamaño del haz del láser puede alcanzar fácilmente (en una estimación conservadora) una intensidad de 30 mW/mm2 incluso a distancias de unos cuantos metros. Pero los números son muy áridos, por eso es mejor comparar con una referencia: la intensidad recibida si miramos directamente al sol es de solamente 1 mW/mm2. Es decir, mirar directamente la salida de uno de estos láseres es equivalente a mirar treinta soles ¡como mínimo! Es un error muy común pensar que un haz de luz es inofensivo, pero con estas intensidades ese error puede ser catastrófico y producir daños irreversibles en los ojos de muchas personas. Con la suficiente potencia un láser puede vaporizar materiales, y de hecho se utiliza, y mucho, en procesos industriales.

En función de su potencia los láseres se clasifican en diversas clases y cada una de ellas lleva asociada una serie de medidas de seguridad para prevenir accidentes. Con los valores indicados más arriba los láseres que se están vendiendo se corresponden con la clase 3B, que los hacen peligrosos en impacto directo (la pérdida de visión puede llegar a ser permanente). Son equipos cuya venta está regulada y deben cumplir una serie de requisitos, como por ejemplo en lo que se refiere a su etiquetado sobre advertencias de peligros para la salud. En cambio los que se venden en las fiestas de las ciudades se entregan en muchos casos desnudos, únicamente el puntero.

Este año en las fiestas de San Fermín en Pamplona he visto cómo se han vendido como rosquillas. Y he visto también a muchos niños (y no tan niños) jugando peligrosamente con ellos, corriendo riesgo sus ojos y los de sus vecinos. Al advertir a los padres de algunos niños la reacción ha sido más disculparse por las posibles molestias al haber iluminado a otras personas que concienciarse del riesgo que corren sus hijos.

No jueguen, ni ustedes ni sus hijos, con estos láseres. Insisto, no son juguetes. Nadie juega con un soplete o con una sierra, ¿por qué con un láser sí? Los daños pueden ser irreversibles. Como en muchos casos, la mejor herramienta es la prevención. Es de esperar que se vendan estos aparatos en las fiestas de otras localidades: eviten utilizarlos, no son pistolas de agua. Y sobre todo no permitan a los niños jugar con ellos.

De todas formas me pregunto si no hay alguna manera simple para evitar su venta ambulante. Otros años se ha prohibido la venta de otros artilugios que tenían un menor impacto sobre la salud. ¿No se puede hacer aquí algo similar?

Aunque Iker es un niño ficticio, sí que se conocen casos de lesiones en retina en niños. Pero lo peor es que existen láseres de potencia todavía mayor. Si el año que viene llegaran los de 500 mW o más, los problemas ya no serán casos aislados...

Javier Burguete. Catedrático de Biofísica. Facultad de Ciencias. Universidad de Navarra

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