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El Real Madrid sufre para alcanzar las semifinales
Fútbol | Liga de CAmpeones

El Real Madrid sufre para alcanzar las semifinales

Sin Cristiano, los blancos padecieron un calvario que estuvo a punto de costarles la eliminatoria

MIGUEL SESÉ

Miércoles, 9 de abril 2014, 13:25

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Indigno es lo mejor que se puede decir del Real Madrid, que a punto estuvo de echar al traste toda la Liga de Campeones en una primera parte que causó vergüenza propia y ajena a partes iguales, seguida de una segunda discreta y vulgar hasta la entrada de Casemiro. El brasileño, en los minutos finales, consiguió neutralizar al Dortmund y certificar el deseado pase a las semifinales de la Liga de Campeones.

Con Bale en el puesto de Cristiano Ronaldo, el cuadro visitante arrancó el partido impreciso en el pase, un estornudo convertido en gripe en el peor Real Madrid de Ancelotti. Modric, Illarramendi y Casillas fueron los primeros asistentes del Dortmund, que enseguida buscaba a Reus y Lewandowski con más voluntad que acierto. Los nervios atenazaban la calidad y multiplicaban el ritmo hasta velocidades incontrolables, con la complicidad de un césped vertiginoso por la lluvia. Di María se quiso crecer. Tanto, que se animó a ser el encargado de lanzar el penalti por mano de Piszczek a centro de Coentrao. Era el momento de cerrar la eliminatoria, pero el argentino resbaló al golpear permitiendo la parada de Weindefeller. Los locales, hasta entonces inéditos, planos y sosos, notaron el empuje del Westfallen y aprovecharon los constantes regalos blancos, empeñados en darle emoción a un partido destinado a cerrar las dudas transmitidas en Sevilla y frente al Barcelona y que acabó por crear otras mayores.

Un Dortmund que se encuentra a años luz del voraz equipo de Klopp verdugo de Mourinho en su tercera semifinal consecutiva era sideralmente superior. Su mayor virtud fueron los defectos ajenos, y no necesitó nada propio para abrir el marcador. Una cesión inaceptable de Pepe a Casillas acabó con la pelota en los pies de Reus, que marcaba a placer después de que Casillas se eliminase de la jugada respondiendo a un regate inexistente del germano. Afloraron los miedos. El Dortmund, Alemania y el hecho de no haber rendido bien en ninguna salida comprometida del año se juntaron como argumentos generales. Había otros particulares. Illarramendi, elegido por Ancelotti para reforzar la medular, naufragaba en su empeño de echar una mano a Xabi Alonso, que llegaba siempre tarde, mal y nunca. Modric, el reinventado mediocentro que ha maravillado al Bernabéu con actuaciones brillantes, se hizo pequeño entre compañeros con los que no podía asociarse y rivales que bufaban tras su melena en cuanto controlaba la pelota. No es mediocentro, y cuanto mayor es el escenario más se nota Una vez lo intentó Illarra, y fue peor el remedio que la enfermedad. El bisoño pero carísimo fichaje de pretemporada le entregó a Reus la pelota en la jugada del 2-0. El internacional se asoció con Lewandowski, y el polaco se encontró con el palo tras parada de Casillas. La supuesta flor del portero flaqueó en el rechace, a los pies del 11 del Dortmund y que fusilaba sin contemplaciones. Un equipo menor estaba pasando por encima de un Real Madrid indigno, bochornoso, parecido al Milan que entregó un 4-1 en Riazor justo una década antes.

Ancelotti también señaló a Illarra, que dejó su puesto a Isco en el descanso. El malagueño sí se ha visto en situaciones parecidas, incluso contra el mismo verdugo el pasado año, pero el problema jamás fue de actitud, sino de planteamiento y de fútbol. El colegiado esloveno indultaba a Xabi Alonso en una acción en la que pudo merecer la segunda tarjeta amarilla, y el Madrid agradeció el respiro disfrutando de dos claras ocasiones en las que Benzema malograba un centrochut de Bale, al que no llegó, y una asistencia sobresaliente de Modric con el exterior del pie abortada por la celeridad de Hummels.

El Dortmund volvió a la ofensiva y Mkhitaryan, genial pero irregular en los grandes partidos, estrelló contra el palo, primero, la ocasión más clara, y contra el portero, después, otro remate sin oposición desde el punto de penalti. Si el Madrid tuvo en Özil e Higuaín a los responsables de la eliminación de la pasada temporada, el equipo alemán tendrá en el armenio a su cabeza de turco.

Por fin Casemiro

Para entonces el Real Madrid era incapaz de jugar al fútbol, y Ancelotti decidió tirar de la manta hacia atrás e introducir a Casemiro en el lugar de Di María. El brasileño, denostado tras un arranque de año formidable, fue el perfecto antídoto al veneno de los de Klopp. A falta de Khedira, él es el único activo decente en la faceta defensiva del juego, y además aporta en la creación. La apuesta por los nombres y los fichajes le tenía en la sombra de los banquillos y en el olvido de los palcos. Cuando peor pintaba todo y con Casillas llevándose los elogios por repeler los constantes ataques, él ejerció de héroe silencioso. Como hicieron Redondo e Illgner en 1998, Casemiro fue el clavo ardiendo al que se aferró un Real Madrid decepcionante para llegar a las semifinales. En el mayor momento de necesidad Ancelotti se olvidó por fin de los precios y del sistema. Muy tarde, pero justo a tiempo.

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