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Los responsables del programa presentan los resultados. / J.R. Ladra
«Cuando me divorcié empezó mi calvario pero también mi libertad»
violencia machista

«Cuando me divorcié empezó mi calvario pero también mi libertad»

La Obra Social La Caixa y Cruz Roja Española facilitan 263 puestos de trabajo a mujeres víctimas de la violencia de género a través de los programas 'Incorpora' y 'Violencia: Tolerancia Cero'

ROSARIO GONZÁLEZ , JOSÉ RAMÓN LADRA

Miércoles, 1 de mayo 2013, 09:52

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El director del área de integración social de la Fundación La Caixa, Marc Simón, y el coordinador general de Cruz Roja Española, Antoni Bruel, presentaron el martes en CaixaForum Madrid el balance del proyecto de inserción laboral de mujeres desfavorecidas que impulsan la entidad financiera y la organización de acción humanitaria. Con un total de 23 oficinas repartidas por toda España, el proyecto se desarrolla en el marco de dos programas: 'Incorpora', cuyo objetivo es facilitar la integración laboral a colectivos desfavorecidos y 'Violencia: Tolerancia cero', dirigido a reducir el impacto emocional que provoca el maltrato y ayudar a las víctimas y a las mujeres en situación de riesgo desde la prevención y la intervención.

A través de esta iniciativa, durante el 2012 se atendieron a 590 mujeres que habían sufrido o estaban sufriendo violencia de género. A estas se añaden las 331 mujeres que recibieron apoyo psicosocial. Asimismo, el programa 'Incorpora' facilitó 263 empleos a mujeres víctimas de una lacra social que en 2012 acabó con la vida de 52 mujeres y se registraron una media de 352 denuncias diarias, según datos oficiales. Desde que empezaron a recogerse estadísticas en el año 2003, han muerto más de 664 mujeres, según el informe elaborado por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.

La entidad financiera y la organización de acción humanitaria han puesto un especial énfasis en el apoyo y acompañamiento sociolaboral de mujeres que sufren violencia de género. En funcionamiento desde el año 2007, el proyecto trata de paliar los efectos de las circunstancias sociales que dificultan especialmente el acceso de la mujer al mercado laboral, como las responsabilidades familiares no compartidas, el cuidado informal de personas dependientes, el desempleo de larga duración, el trabajo en la economía sumergida o la discriminación por razón de género.

En este sentido, el objetivo principal del proyecto es promover entre las mujeres en riesgo de exclusión valores positivos asociados al trabajo, como la independencia personal, la motivación, el reconocimiento o el establecimiento de vínculos sociales. Mecanismos que suponen "una ventana para asomarse a su recuperación y una motivación para empezar de nuevo y reencontrarse a sí mismas", destacan los organizadores del proyecto. Para ello, el proyecto establece mecanismos para que las mujeres establezcan lazos y redes de apoyo mutuo para su inserción sociolaboral, así como orientación en el proceso, intermediación entre las mujeres y las empresas y tutores que trabajan en busca de la estabilidad laboral.

«Ahora sonrío»

Al acto han asistido también dos mujeres víctimas de la violencia de género que lograron recuperar el control de sus vidas y reinsertarse en el mercado laboral a través del proyecto. Nuria Urbano y Josefa González relataron su experiencia y el camino que recorrieron hasta incorporase a la plantilla de la empresa de aguas Aqualia y el gimnasio femenino Curves, respectivamente.

La historia de Urbano se remonta al 12 de septiembre de 2007, cuando llegó de Abu Dabhi y descubrió un folleto sobre violencia de género con el que se identificó con las mujeres maltratadas. "Decidí divorciarme y ahí empezó mi calvario, pero también mi libertad. Tuve que dejar a mis hijos y pasaron cosas que quiero olvidar para poder empezar de nuevo, pero gracias a los centros de atención a mujeres de violencia de género, Cruz Roja y el programa Incorpora he conseguido un trabajo para poder ser independiente, recuperar a mis hijos y ser una mujer nueva", resume. La mujer resaltó la importancia del apoyo psicológico a la hora de recuperarse, acceder a formación académica y optar a un trabajo. "Soy una mujer renovada, libre, con mis hijos al lado y nadie detrás que me diga que no valgo. En mi vida ahora sonrío".

"Tuve una vida muy callejera hace alrededor de tres años y la violencia de género me dejó anulada totalmente como persona, tanto física como mentalmente", resume su experiencia Josefa González. "Al principio no salía de casa, no quería hablar con nadie y tuve problemas en casa. Hubo un momento en el que mi perdió su sentido, hasta que por mediación de la asistente social conocí a las chicas de la Cruz Roja, tuve tratamiento psicológico y me di cuenta de que valía más como persona, empecé a hacer cursos y ahora soy monitora de fitness en el gimnasio Curves", relata. "Ahora soy una persona completamente diferente, he recuperado mi personalidad de antes, y me veo más extrovertida y con mucha fuerza".

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