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Messi y Oubiña, dos de los goleadores del partido. / Efe
La defensa empaña otro récord de Messi
Fútbol | Primera División

La defensa empaña otro récord de Messi

El argentino marca por 19ª jornada consecutiva y completa ante el Celta una vuelta entera en la que ha anotado al menos un gol a cada equipo, aunque con muchos problemas atrás, el Barça se quedó al final sin dos puntos

CRISTIAN REINO

Domingo, 31 de marzo 2013, 17:18

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El Barça sigue muy cándido en defensa. Es cierto que Jordi Roura no alineó en Vigo la mejor línea defensiva posible, pero con muy poco, el conjunto azulgrana tiene problemas en la parte de atrás. Basta una pelota parada o un balón colgado desde la banda para que le retaguardia del Barça sufra. El Celta lo comprobó por partida doble y se llevó un empate muy valioso que durante una buena parte de la segunda parte le pareció una quimera.

El Barcelona no jugó bien, aunque hizo más que el Celta para ganar el choque. Sin embargo, los errores defensivos se pagan y más si llegan cuando el partido ya está casi terminado. A pesar de que el cuadro catalán tenía el partido controlado, al final se quedó con la sensación de haber perdido dos puntos. Sobre todo Messi, que volvió a estampar su nombre en el libro de los récords de la Liga. Da igual que hace cuatro días sufriera lo indecible en un partido disputado en La Paz a más de 3.500 metros de altura. Para él no hay jet lag que valga. Vomitó en el partido frente a Bolivia y se pegó una paliza de viaje, pero este sábado volvió a liderar a su equipo. Tenía una cita con la historia y por supuesto no le dio plantón. Hizo su golito, el que parecía que le daba la victoria al Barça, y con él completó una vuelta entera, 19 partidos, marcando de forma consecutiva. Otro récord. Ningún equipo de la Primera División ha sido capaz este año de parar al argentino. Lleva 43 tantos en el campeonato y cuesta imaginarse a este Barça sin él.

Al margen de Messi, que nunca descansa, Jordi Roura, influido por el virus FIFA y la necesidad de reservar efectivos de cara al partido del martes frente al PSG, alineó el once más flojo de la temporada. Solo tres teóricos titulares (Alves, Piqué y Messi) en un equipo inédito, al que le costó coger el ritmo al partido. El centro del campo formado por Song, Thiago y Cesc no acabó de carburar y no trenzó el juego, a pesar de que Messi, siempre que falta Xavi, se deja caer sobre la medular, asume más labores de creación y su función es más de pasador, como ocurrió en los dos goles azulgrana. El Barça tuvo el control del balón, pero ese dominio no se tradujo en peligro real. Salvo las verticalidad de Tello, la voluntad de Alexis y la inquietante presencia de Messi, que solo con su sombra ya asusta a los defensas, los azulgrana asomaban de vez en cuando sobre la meta de Javi Varas. Pero muy de vez en cuando.

Dio la impresión de que el Barcelona se tomó el choque con mucha calma. Un plato cocinado a fuego muy lento. Tanto, que incluso los celtiñas se adelantaron en el marcador. El cuadro vigués, que acudía al choque con la urgencia de puntuar para tratar de salir de la quema del descenso, también estaba plagado de bajas: ni Iago Aspas, ni Kronh Dehli, ni Álex López, ni Trúñez fueron de la partida. Aun así, la tela que tejió Abel Resinos con Pranjic, Oubiña, Insa, Augusto y Orellana, y en ocasiones también Park (único delantero), fue capaz de neutralizar el intento del Barça por imponer su fútbol. En una contra muy rápida, culminada por Insa, sobre el minuto 38, los gallegos desequilibraron el cero a cero inicial.

No fue injusto

Fue un golpe de sorpresa, pero tampoco era injusto. Un gran pase de Messi, aprovechando el achique de la defensa celeste, sirvió el balón en bandeja a Tello, que hizo el empate poco después. Desde la línea medular, el argentino empezaba a sentar cátedra y ponía las cosas en su sitio. Tras el descanso, el partido se estiró algo más. Empezaban a pesar las piernas y los centros del campo ya no cerraban con tanta efectividad. Sobre todo el del Celta, que ya no presionaba con la misma intensidad. Mario Bermejo y De Lucas por parte de los vigueses y Villa e Iniesta, por parte azulgrana, entraron a falta de 25-30 minutos, los decisivos.

El choque adquirió mayor enjundia. Mientras, Messi seguía a lo suyo. Observaba que Tello podía una vez tras otra con Jony. Y desde una posición más retrasada, volvió a ver la escapada del extremo tarraconense, que está vez sí ganó la línea de fondo, para asistir a la primera a un Messi que llegó solo por el centro del área. Con un cuarto de hora por delante, el Barça tomaba ventaja y parecía que ponía el colorín colorado. Nada más lejos de la realidad. En el 88, después de un saque de esquina, Oubiña se aprovechó que nadie atendió el segundo palo para asestar un cabezazo precioso a pase de Orellana. Balón de oxígeno para el Celta, que sueña con acercarse a la 17ª posición.

La jornada dejó un sabor agridulce a los azulgrana. Perdieron dos puntos, pero recuperaron a un compañero. La presencia de Abidal en el banquillo, un año después de someterse a un trasplante de hígado por un cáncer, fue la mejor noticia para la expedición del líder en Vigo.

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