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Pedro Almodóvar, en la presentación de 'Los amantes pasajeros'. / Oscar Chamorro | Virginia Carrasco
La loca, loca, loca tripulación Almodóvar
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La loca, loca, loca tripulación Almodóvar

El elenco de ‘Los amantes pasajeros’ rememora un rodaje que fue una fiesta

SARA BRITO

Lunes, 11 de marzo 2013, 14:02

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Un avión al borde de la catástrofe sobrevuela una España en un estado parecido. A bordo, en primera clase, una troupe delirante, que incluye a un banquero estafador de una caja de ahorros (José Luis Torrijo), a una chantajista del mundo de la farándula (Cecilia Roth), a una bruja virgen (Lola Dueñas), a un galán de telenovela venido a menos (Guillermo Toledo) o a una pareja de recién casados (Miguel Ángel Silvestre y Laya Martí), entre otros, se entregará a la catarsis que les pone en bandeja un trío de azafatos gays, histriónicos y adictos a los psicotrópicos. La tripulación que ha reunido Almodóvar para su viaje de regreso a la comedia compone un auténtico circo de fieras de la interpretación, que reconoce que ha tenido en la cabina de avión fabricada ex profeso para Los amantes pasajeros, las ocho semanas de su vida.

A Pedro se le notaban muchísimas ganas de hacer una comedia loca como esta. Estaba feliz y eso nos lo ha transmitido a todos, cuenta Lola Dueñas, que ya había trabajado con Almodóvar en otras tres ocasiones y que aún reconoce ponerse de los nervios cuando recibe una llamada del manchego. Este papel lo tiene todo, todos los registros. Pedro ya me había dicho que era un papelón, dice de Bruna, la pitonisa virgen que entrega algunos de los mejores momentos cómicos de la última boutade almodovariana, con permiso de los tres azafatos.

Porque el trío compuesto por Carlos Areces, Javier Cámara y Raúl Arévalo se llevan, sin duda, la palma. Ellos son las vedettes, las maestras de ceremonia y chamanas de un vuelo que acaba en celebración del carpe diem, el disparate, el sexo y la vida. Somos terapéuticos, somos calmantes, efervescentes, somos pastillas, vedettes Nos cabe desde Olga Ramos a Bárbara Rey, un dj o Paquirrín. Nos cabe todo, afina Javier Cámara, entregado al humor absurdo con sus compañeros de viaje. Somos como los azafatos de Ryan Air pero un poco más allá, precisa Arévalo. Somos un chute de altos vuelos, zanja Areces.

En efecto, además de traerse de regreso de los ochenta la comedia disparatada, Almodóvar no se ha olvidado tampoco de la cariñosa mescalina droga muy popular en la década prodigiosa del desenfreno español-, entre un armamento de narcóticos de todo palo que pondrá a los pasajeros por las nubes.

Pedro fue un domador de fieras en este rodaje. El puso mucha energía pero necesitaba que cada uno de nosotros pusiera mucha más todavía, dice Javier Cámara.

Alta comedia

Desde luego que escuchando a unos y a otros, el rodaje fue una verdadera fiesta. Ahora bien, ninguno ignora el peso social que esconde Los amantes pasajeros, y el espejo deformado que pone desde las alturas sobre la España de hoy. Esta película no es comedia ligera, es alta comedia, porque más allá de la risa hay todo un reflejo de lo que nos está pasando en España, asume Lola Dueñas. En efecto, los subtextos que esconde esta comedia disparatada son muchos: desde esos pilotos (Hugo Silva y Antonio de la Torre) que ocultan información a sí mismos y a los pasajeros, a la clase media dormida y narcotizada o la troupe de primera clase que mantiene sus privilegios y se entrega a una orgía desenfrenada. Eso sí, todos coinciden en que el elemento político-social no estuvo presente en el rodaje, más allá de las referencias evidentes a las estafas o a ese aeropuerto vacío (el de Ciudad Real), donde acaba aterrizando el vuelo de Península.

Ante la ligereza de una película como ésta, que es una comedia fresca de Pedro Almodóvar, evidentemente se están haciendo muchas más lecturas de las que nosotros teníamos en el rodaje. Realmente los actores nos dedicamos cada uno a su personaje o al grupo, explica Cámara. Hay referencias políticas que son evidentes, de estafas y corrupción, pero no había indicaciones sobre esto. Ahora bien, como dice Pedro: la realidad se acaba filtrando, apunta Areces.

Así las cosas, Los amantes pasajeros trae el aliento salvaje, lúdico, sexual, libidinoso y disparatado de comedias como Pepi Luci Bom y otras chicas del montón o Mujeres al borde un ataque de nervios película con la que es más afín- pero pasado por la estilización del Almodóvar de la última década y su gusto por el homenaje cinéfilo, que en esta ocasión, mira a las comedias del Hollywood de los años cuarenta. Hay también poso social, sin que quede en primer término, aliento dramático, sobre todo en los personajes de Blanca Suárez y Willy Toledo (que se quejaba ayer de que le hubiera gustado más disparate y menos contención en su papel) y la inverosimilitud, la truculencia y el desenfreno marca de la casa. Hasta algo de Sálvame hay.

Almodóvar hace una cosa maravillosa que es mezclar muchos niveles de referencias. Pedro tiene una vasta cultura cinematográfica, lee todo lo que cae en sus manos, pero también ve Sálvame, y está al día de todo, desde la serie B a la serie Z. Y luego sabe filtrar y mezclar todo eso, apunta Raúl Arévalo.

Cámara lo secunda: Es la túrmix almodovariana, lo echa todo, lo mezcla y sale pop. Y lo hace saltándose todas las reglas de los géneros que trabaja, porque el siempre lo mezcla todo de forma única. Todo tiene cabida en el cine de Almodóvar, desde un ballet de Pina Bausch a la meada de Alaska a Eva Siva en Pepi Luci Bom. Como dice Hugo Silva: Almodóvar es una convención diferente, es otro mundo.

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