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análisis

¡...Y Chávez regresó!

El mandatario ha permanecido más de dos meses en Cuba donde ha recibido tratamiento para su cáncer

ENRIQUE VÁZQUEZ

Viernes, 22 de febrero 2013, 04:33

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La reacción más extendida en Caracas al anunciarse que el presidente Chávez había regresado de Cuba fue de sorpresa. Aunque la fotografía distribuida el viernes en la que se le veía sonriente junto a dos de sus hijas fue una señal, la primera, sugiriendo alguna mejoría en su estado de salud, nadie la interpretó como una señal de preanuncio de regreso. Ni siquiera la afirmación del ministro de Comunicaciones, Ernesto Villegas del sábado, de que está perfectamente consciente.

De hecho, en el tono de sobriedad informativa rayana en el hermetismo, su vuelta fue revelada solo cuando ya estaba ingresado en un hospital militar en Caracas. El secreto absoluto parece obedecer a consideraciones políticas (una multitud en el aeropuerto habría sido inconveniente y superflua porque el ilustre enfermo no habría podido ni saludarla) y prácticas (su salud no le permite esfuerzo adicional alguno) y no hay la menor previsión de que esto vaya a cambiar rápidamente.

Desde su operación el once de diciembre en La Habana no ha habido ni un parte médico y la información que con cuentagotas se fue ofreciendo fue un conjunto de opiniones personales de algunos íntimos que pudieron verlo unos minutos y, en las últimas semanas, comentarios un poco más elaborados, pero sin detalle clínico alguno, leídos por el ministro de Comunicaciones, Ernesto Villegas. Ahora como en La Habana, el vicepresidente Nicolás Maduro ha tenido el papel de primer comentarista: esta mañana él ha sido quien dio la primicia.

El marco institucional y político

En primera instancia, el regreso, a falta de alguna precisión sobre su genuina condición, conforta la tesis del ejecutivo muy relevante para interpretar la previsión constitucional según la cual, el estado de salud del dignatario no equivalía necesariamente a una vacante indefinida del poder, su recuperación es una posibilidad y, por tanto, fue solvente en términos jurídicos su discutida interpretación de la Constitución: no había necesidad de que el presidente del parlamento asumiera la jefatura del Estado y de preparar una eventual nueva elección y se debía esperar a que el elegido pudiera jurar más tarde ante el Tribunal Supremo.

Pero esto es la versión literal que, como todo hasta hoy, depende de que la recuperación o al menos la estabilización del presidente Chávez se mantenga. La ausencia de noticias concretas clínicamente avaladas se hará crecientemente más difícil de aceptar en términos políticos, institucionales y meramente populares, en la calle, aunque solo sea porque la cercanía física del enfermo parece exigir más transparencia y más naturalidad.

En un orden práctico no habrá de momento repercusiones de importancia y la situación será idéntica a la vigente excepto si, como algunas especulaciones pretenden ya, su vuelta sugiere que podrá jurar como jefe del Estado. Algunas versiones tal vez interesadas y de imposible confirmación, sugieren ya que el Tribunal Supremo podría ir a tomar su juramento a la habitación del hospital Carlos Arvelo.

Sea como fuere hay un cierto cambio en la compleja escena. Chávez está en el país y, aparentemente, es capaz de seguir la situación y tal vez de cumplir con un mínimo de sus deberes constitucionales, aunque no de ejercer como jefe del ejecutivo. La situación seguirá dependiendo de su salud más que de las previsiones constitucionales, un marco no muy deseable, sometido a interpretaciones diversas y portador de potencial inestabilidad y expectativas de imposible concreción. Toca esperar y ver .

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