Rusia pone fin al acuerdo con Estados Unidos contra el crimen organizado y el tráfico de drogas

El primer ministro ruso, Dmitri Medvédev, firmó el lunes una disposición dando por extinguido el acuerdo de cooperación concluido en 2002 con Estados Unidos para la lucha conjunta contra el crimen organizado y el tráfico de drogas. El anuncio de la adopción de tal medida se hizo ayer a través de un comunicado publicado en la página web del Ejecutivo ruso y supone una nueva vuelta de tuerca en las ya tensas relaciones entre ambos países.

Según la nota, aquel acuerdo entre Washington y Moscú no se corresponde con las realidades actuales y agotó su potencial. El convenio preveía la financiación por parte de EE UU de determinadas medidas de las autoridades rusas contra el mundo del crimen y los narcotraficantes, pero el Gobierno de Medvédev considera que tales ayudas no son ya necesarias. En el comunicado se señala que, en 2002, Rusia no disponía de recursos suficientes para financiar adecuadamente sus programas en los ámbitos pactados con Washington y ahora sí.

El viceministro ruso de Exteriores, Serguéi Riabkov, de cuyo ministerio partió la recomendación de poner fin al acuerdo con EE UU de lucha contra el crimen y el tráfico de estupefacientes, trató ayer de quitar hierro al asunto afirmando que tal decisión no está vinculada a las actuales complicaciones políticas entre los dos países.

Precisamente ayer se supo que Rusia se dispone a prohibir las importaciones de carne procedente de Estados Unidos a partir del 11 de febrero. Los servicios sanitarios rusos alegan que, con el fin de aumentar la masa muscular de los animales, los ganaderos norteamericanos añaden aditivos a los piensos que son nocivos para la salud de los consumidores.

Pese a la crispada atmósfera de confrontación existente entre Rusia y Estados Unidos, el presidente del Comité de Exteriores del Senado ruso, Mijaíl Marguélov, se congratuló del nombramiento de John Kerry al frente del Departamento de Estado norteamericano. Marguélov sostiene que Kerry es un político sensato con el que es fácil trabajar.

Desde que Vladímir Putin regresó al Kremlin, en mayo del año pasado, las relaciones entre los dos países han ido de mal en peor. El punto culminante se produjo cuando Washington aplicó sanciones contra los responsables rusos implicados en la muerte del abogado Serguéi Magnitski, acaecida en 2009 cuando se encontraba en prisión preventiva. El letrado denunció la existencia de una trama de corrupción en el seno del Ministerio de Interior.

Como respuesta, Putin promulgó el pasado 28 de diciembre una ley que prohíbe a los ciudadanos norteamericanos adoptar niños rusos. También el año pasado fue expulsada de Rusia la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y se adoptó una ley considerando agentes extranjeros a las ONG con financiación exterior. La mayoría de las organizaciones afectadas recibían fondos de Estados Unidos.