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Los Hispanos celebran el triunfo ante Dinamarca. / Efe
España le da un 'baño' de oro a Dinamarca
Balonmano | mundial

España le da un 'baño' de oro a Dinamarca

Los de Valero Rivera vencen con la mayor diferencia de goles lograda nunca en una final masculina de selecciones

MIGUEL A. PINDADO

Martes, 29 de enero 2013, 09:59

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La selección española de balonmano luce ya dos estrellas en su camiseta. Estamos en 2013 pero España pareció retrotraerse ocho años atrás a aquella final de Túnez donde los hombres del entonces seleccionador Juan Carlos Pastor ofrecieron toda una lección de balonmano en la primera mitad a la entonces todopoderosa Croacia. Esta vez el rival era Dinamarca y España salió al Palau Sant Jordi con la lección aprendida desde el primer minuto. Un vendaval, un torbellino, un huracán, un tsunami se abatió sobre la selección danesa en los primeros 30 minutos. La temida Dinamarca se vio empequeñecida por la estrategia, la fe, la concentración y el perfecto conocimiento del rival. Los nórdicos, que saltaron a la cancha como claros favoritos, que se habían casi paseado en el Mundial, se dieron de bruces con la realidad de una selección hambrienta de título ante su propia afición. Increíblemente, no hubo rival. Increíblemente, España hizo el partido perfecto, soñado, el que todos quieren protagonizar algún día. Y ese día fue el domingo, 27 de enero. Una fecha para la historia del balonmano hispano.

España, la mejor defensa del campeonato, puso en evidencia sus números y dejó a Dinamarca en tan solo 10 goles al descanso. Valero Rivera sorprendió dando entrada a Antonio García en el lateral izquierdo en lugar de Entrerríos y funcionó. El jugador del París Handball anotó dos goles y defendió bien hasta que fue rigurosamente excluido. Además, el técnico español colocó a Cañellas como central consciente de los kilos y la dureza de la defensa danesa. Y el rojiblanco respondió con eficacia, con una potencia proverbial y con su sabiduría a la hora de lanzar entre líneas. El técnico danés Ulrik Wilbek se vio obligado a pedir tiempo muerto ¡a los cuatro minutos de partido! Se había dado cuenta de que España se iba a convertir en un hueso durísimo de roer, que se anticipaba a todas las acciones, que controlaba perfectamente a los hombres importantes de la primera línea y que, pese a que el portero Landin había hecho dos paradas, su defensa tampoco funcionaba.

Y quizás ese tiempo muerto dio alas a España, que entendió enseguida que su apuesta era la buena. Había hecho mucho daño a Dinamarca y la había dejado noqueada. Incluso en inferioridad por la exclusión de Antonio García España fue capaz de aguantar los dos minutos y sacar un 1-0 de parcial.

Pese a la perfección con la que los Hispanos desarrollaban su juego, no acababan de obtener ventajas claras en el marcador. Dinamarca, jugando mal, estaba siempre a dos o tres goles de diferencia. Hasta que al técnico danés le dio por poner en pista a Spellerberg como central. El hábil jugador del Kolding es un gran organizador, pero no tan buen lanzador. Y los españoles lo sabían.Cerraron las lineas de pase y en apenas cinco minutos gracias a los robos de balón y a las intervenciones de Sterbik, trataron a Dinamarca de su propia medicina. Contragolpes fulminantes, goles fáciles y balance asegurado. Del 9-8 se pasó al 14-9 en un santiamén y de nuevo Dinamarca cambio a sus hombres de primera linea para colocar a Hansen de central y a Markussen en el lateral para intentar resolver el desaguisado. Pero ahí también la defensa española estaba perfectamente aleccionada. Los blocajes de Viran, Guardiola y Canellas hicieron desistir a los daneses del lanzamiento exterior. Y, además, las paradas de Sterbik, que comenzó su particular recital, desesperaron a todos y cada uno de los jugadores nórdicos, que sufrieron en sus carnes acciones inverosímiles del guardameta. Y en ataque, la dirección de Cañellas se demostró como la más adecuada ante las torres danesas. El jugador rojiblanco repartió juego y se convirtió con 7 goles, junto con Valero Rivera, en el máximo artillero del partido.

El partido era tan perfecto para los intereses españoles que parecía un sueño. Y para los daneses, la final se convirtió en la peor de sus pesadillas. Balones perdidos, faltas en ataque, disparos fuera... Todas las virtudes del balonmano de Dinamarca disueltas en la extraordinaria defensa española. Y mientras tanto, el marcador que no hacía más que subir y subir, en una orgía de diferencias inimaginables para una final. El recuerdo de Túnez se hacía aún más patente al llegar al descanso con una ventaja de ocho goles.

El paso por el vestuario se presumía especialmente peligroso. Dinamarca estaba claro que iba a reaccionar. Peor no podían jugar. No eran ni la sombra de lo que han hecho en el campeonato. Y España podía dormirse en los laureles, intentar proteger su ventaja y salir con el brazo encogido.

Y las dos primeras acciones confirmaron lo que toda la afición española esperaba. Dinamarca estaba noqueada, estupefacta e incapaz de reaccionar. En su primer ataque Hansen, desaparecido todo el partido, dio un pase directamente fuera. Y en el ataque español, una espectacular jugada de equipo dejó a Aguinagalde solo para machacar a Landin. La final ya estaba ganada.

Para acentuar aún más el desconcierto danés, Valero Rivera ordenó intercambiar varias defensas, y tan pronto era una mixta a Hansen, como una presión sobre el balón, como esperar las lineas de pase. Y Dinamarca se fundió. Mollgaard fue el único que intentó levantar a su equipo, pero se topó con el inconmensurable Sterbik, que una y otra vez repelía cualquier lanzamiento lejano.Y las diferencias iban creciendo. 22-11, 26-11, 29-12... La segunda mitad se convirtió en una fiesta para el balonmano español. Ya no había tensión, ya no había temores, el triunfo estaba en las manos de los hombres de Valero Rivera. La incertidumbre de la final se disolvió en los primeros treinta minutos y la selección española ofreció 30 minutos de lujo, de diversión, de disfrute, de alegría. Todos los Hispanos tuvieron sus minutos de gloria en una final que se cerró con un marcador tan espectacular para España como bochornoso para Dinamarca (35-19).

La fiesta en el Palau Santi Jordi, con el protocolo de la entrega de medallas cerró una jornada memorable e histórica para el balonmano español.

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